Las religiones abrahámicas del Papa Francisco

22/04/2021

El Papa Francisco y las «religiones abrahámicas»

Por Luiz Sergio Solimeo

Durante su viaje a Irak (5 al 8 de marzo de 2021), el Papa Francisco dijo más de una vez que Abrahám se encuentra en la raíz del judaísmo, del cristianismo y del islam. Al llegar a Bagdad, él manifestó a las autoridades civiles su gratitud por la oportunidad de visitar aquella tierra, “cuna de una civilización estrechamente ligada, por el Patriarca Abrahám y por numerosos profetas, (…) las grandes tradiciones religiosas del judaísmo, cristianismo e islam”.

El sumo pontífice repitió la idea el día siguiente, en un encuentro interreligioso en las ruinas de Ur, diciendo que tenía “la impresión de regresar a casa”, al llegar a aquel “lugar bendito” donde ocurrió “el nacimiento de nuestras religiones. Aquí, donde vivía Abrahám, nuestro padre” (1).

En la oración de los hijos de Abrahám con la cual cerró su discurso, rezó: “Nosotros, hijos e hijas de Abrahám pertenecientes al judaísmo, al cristianismo y al islam (…) os agradecemos por habernos dado como padre común en la fé a Abrahám”(2).

Tal concepción se origina en pasajes confusos en los documentos del Vaticano II Lumen Gentium (nº 16) y Nostra Aetate (nº 3). Está implícito en ellos que el judaísmo actual y el islam se originaron con el Patriarca Abrahám. Esos textos mostraron la infuencia del orientalista francés Pe. Louis Massignon (1883-1962), y su teoría sobre las “religiones abrahámicas”, que supuestamente incluyen judaísmo, islamismo y cristianismo (3).

Abrahám y el Islam

Los defensores de la teoría, no comprobada, de que los musulmanes descienden de Abrahám, afirman que ello se dio a través de Ismael. No obstante, es preciso recordar que la bendición del patriarca fue pasada a sus descendientes por medio de Isaac y Jacob, no por medio de Ismael, su hijo con Agar. Consecuentemente, aun si los musulmanes fueran descendientes de Ismael, el Islam no podría ser llamado “religión abrahámica” en el sentido espiritual.

En verdad, el libro del Génesis dice: “Y Abrahám dijo a Dios: `¡Ojalá que Ismael viva delante de vuestra faz!´ Mas Dios le respondió: `No, es Sara, tu mujer que dará a luz un hijo, al cual llamarás Isaac. Haré alianza con él, una alianza que será perpetua para su posteridad después de él.´ Te escucharé también acerca de Ismael. Lo bendeciré, lo tornaré fecundo y multiplicaré extraordinariamente su descendencia: él será el padre de doce príncipes, y haré salir de él una gran nación. Pero mi alianza la haré con Isaac, que Sara te dará a luz dentro de un año, en esta misma época.´” (Gen 17, 18-21)

Aunque la Revelación Divina excluya un vínculo espiritual entre Abrahám y los musulmanes, ¿eso excluye los lazos biológicos? No hay pruebas de tales vínculos ancestrales. El Pe. René Dagorn hizo un estudio meticuloso de las genealogías árabes antes de la aparición del Islam (622 d.C) y descubrió que los nombres Abrahám (Ibrahim), Ismael y Agar no eran usados. Entretanto, si los árabes descienderan de Ismael, el Pe. Dagorn concluye que ellos habrían mantenido la memoria de esos nombres, usándolos para sus hijos (4).

El Pe. Antoine Moussali, especialista en el Islam, muestra además que el Abrahám bíblico y el coránico no tienen nada en común. La promesa de Dios al Abrahám de las Escrituras fue cumplida en Jesucristo. El Alcorán presenta a Abrahám como el defensor de la unidad de Dios (en oposición a la Trinidad)(5).

Otro islamólogo, el Pe. François Jourdan, pregunta: “¿Cómo puede ser Abrahám padre de diferentes religiones? (…) ¿A qué título es Abrahám un padre en la fe? ¿Cómo es él el padre de nuestras respectivas fes, dado que son diferentes?” Él explica que el Islam, más apropiadamente debe ser denominado una “religión adámica”, ya que se considera que Adán fue el primer profeta monoteísta (6).

Abrahám y los judíos

Abrahám no fue el fundador de una religión. Dios lo escogió como patriarca de lo que llegaría a ser el pueblo elegido, del que nacería el Hijo de Dios según la carne. La alianza de Dios con Abrahám fue debida a su fe, fidelidad y confianza. Después de la prueba de sacrificar a su hijo Isaac, Dios lo bendijo, prometiéndole enorme posteridad y gran poder. Sus descendientes serían bendecidos por causa de él. (Gen 18)

Entretanto, la herencia biológica por sí sola no sería suficiente para hacer “hijos de Abrahám”. Sus descendientes tendrían que participar del espíritu de Abrahám y de su fidelidad a la promesa de Dios. San Juan Bautista reprendió a los fariseos y saduceos, que se creían salvados por ser descendientes de Abrahám, diciendo: “Dad, pues, frutos de verdadera penitencia. No digáis dentro de vosotros: ¡Nosotros tenemos a Abrahám por padre! Pues yo os digo: Dios es poderoso para suscitar de estas piedras hijos a Abrahám” (Mt 3, 8-9).

El mismo Jesús advirtió a los fariseos que no bastaba ser descendiente de Abrahám en la carne. Ellos dijeron: “Abrahám es nuestro padre. Jesús les dijo: Si sois hijos de Abrahám, practicad las obras de Abrahám” (Jn 8, 39).

Espiritualmente, el padre de los fariseos era el diablo, no Abrahám, pues el Salvador continuó, diciendo: “Vosotros tenéis como padre al demonio y queréis hacer los deseos de vuestro padre” (Jn 8, 44). Habiendo abandonado al Redentor prometido, los judíos dejaron de ser “hijos de Abrahám” en el sentido espiritual, pues negaron el propósito mismo de la promesa hecha por Dios al patriarca, a saber, la venida del Mesías, Nuestro Señor Jesucristo.

Los Cristianos, los verdaderos hijos de Abrahám

San Pablo enseña que aquellos que creen en Cristo son los verdaderos hijos de Abrahám. Les escribe a los Gálatas: “Y todo esto, para que la bendición de Abrahám cupiese a los gentiles por Jesucristo (…). Las promesas se hicieron a Abrahám y al descendiente de él. No dice: Y a los descendientes, como si fuesen muchos, sino como uno precisamente: Y al descendiente de ti, el cual es Cristo”(Gl 3, 14-16, Vulgata).

El gran exégeta Cornelio a Lápide comenta ese pasaje: “La promesa del Espíritu. Para los hijos de Abrahám, o sea para aquellos que creen en Cristo, los descendientes de Abrahám recibieron la promesa del Espíritu Santo para justificarnos y santificarnos. Pues cuando Dios dijo a Abrahám, ‘a ti’, fue a su simiente, que es Cristo, que la bendición fue otorgada” (7).

Diálogo interreligioso y confusión

En vez de defender la ortodoxia de la fe, fortalecer la fidelidad de los católicos y, así, obtener la conversión de los infieles, el Papa Francisco se preocupa sólo en “dialogar” con éstos. El resultado es que ni los infieles se convierten ni los católicos son confirmados en la Fe.

La confusión está aumentando constantemente, y con ella la apostasía, por causa de las omisiones del Supremo Pastor de la Iglesia en confirmar en la Fe a los ya bautizados (ver Lucas 22, 32). Como Abrahám, debemos tener confianza absoluta en Dios y esperar Su intervención hoy, como el ángel que Él envió en el Antiguo Testamento para evitar la inmolación de Isaac.

Recemos a Nuestra Señora de la Confianza, “Mater mea, fiducia mea”, para que nos ayude en estos tiempos terribles.

Notas:

1-“Apostolic Journey to the Republic of Iraq: Meeting with Authorities, Civil Society and the Diplomatic Corps,” Vatican (Activities of the Holy Father Pope Francis), Mar. 5, 2021, http://www.vatican.va/content/francesco/en/events/event.dir.html/content/vaticanevents/en/2021/3/5/iraq-autorita.html.

2-“Interreligious Meeting – Plain of Ur – Address of His Holiness,” Vatican (Activities of the Holy Father Pope Francis), Mar. 6, 2021, http://www.vatican.va/content/francesco/en/speeches/2021/march/documents/papa-francesco_20210306_iraq-incontro-interreligioso.html.

3-Florence Ollivry-Dumairieh, “50 ans après Vatican II: La contribution de Louis Massignon au renouvellement du regard porté par l’Église sur l’islam,” Théologiques 22, no. 1 (2014): 189–217, https://www.erudit.org/fr/revues/theologi/2014-v22-n1-theologi02072/1033101ar.pdf; see also Luiz Sérgio Solimeo, Islam and the Suicide of the West (Spring Grove, Penn.: The American Society for the Defense of Tradition, Family, and Property, 2018).

4-René Dagorn, La geste d’Ismael d’après l’onommastique et la tradition arabes (Geneva: Librairie Droz, 1981), 377.

5-Antoine Moussali, C.M., La Croix et le croissant: Le Christianisme face à l’Islam (Versailles: Editions de Paris, 1998), 55.

6-François Jourdan, C.M.J., Dieu des Chrétiens, Dieu des Musulmans: Des repères pour comprendre (Paris: Éditions de L’Oeuvre, 2008), 42.

7-II Corinthians and Galatians vol. 8, The Great Commentary of Cornelius A Lapide, translated and edited by W. F. Cobb (Edinburgh: John Grant, 1908), 275.

 

 

 

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