La Nobleza española y la formación de las élites hispanoamericanas – El período formativo (I) – Papel de la nobleza indígena en la sociedad hispanoamericana (6ª nota)

14/02/2014

Indio e india principales – “Las Indias, sin indios, no son Indias” se decía con razón

El Virrey Toledo, el GobernadorUlloa y el Virrey criollo Conde de Moctezuma y Tula. Una variedad de gobernantes ilustres.

(Abajo) Un cacique abipón vestido con túnica de piel de jaguar. A su derecha, alcaldes indígenas del Perú. La Cristiandad americana incluía una rica variedad de pueblos y de situaciones, manteniendo y elevando las jerarquías de los aborígenes.

F – Papel de la Nobleza indígena en la sociedad hispanoamericana

Los pueblos indígenas, muy diversos del punto de vista cultural y etnológico, poseyeron jerarquías naturales rudimentarias, que en ciertos casos –aztecas, incas, mayas, chibchas y otros- llegaron a tener determinada complejidad y a caracterizar una especie de clase noble.

Al encuentro con ellos, la política española fue de considerarlos súbditos naturales del Rey e imponerles vasallaje formal a éste. En ocasiones, la sumisión fue rechazada, lo que determinó acciones de guerra para someterlos; otras veces, al contrario, se sometieron pacíficamente, y en numerosos casos se aliaron a los conquistadores para combatir el despotismo cruel de los tiranos autóctonos que hasta entonces los habían sojuzgado.

 

23. Conservación de las jerarquías precolombinas – Fusión de sangre y concesión de nobleza a señores indígenas

Los hidalgos hispanos no desdeñaron mezclar su sangre y nombres a los de princesas indígenas. Son numerosos los matrimonios de conquistadores con indias nobles.

De uniones de Beneméritos de Indias con nobles aztecas, incas u otras provienen distinguidas familias de la élite hispanoamericana –de las que descienden Presidentes y altos prelados-, y en la misma España hay casas de alta aristocracia de este origen. 24. Asimilación de las dinastías de Méjico y Perú

Este designio generoso de la Corona de incorporar las jerarquías precolombinas a la nobleza es manifestado reiteradamente, como en la instrucción de Carlos V al obispo de Méjico, Fray Juan de Zumárraga, de prometer a los “Reyes, Príncipes, Señores y Repúblicas, y Comunidades el bueno y suave tratamiento que les entendemos hacer, guardándoles todos sus privilegios… y costumbres, con todas las otras condiciones y calidades que ellos debida y razonablemente os pidieren” (p. 66).

Actitud análoga se refleja en relación a los descendientes legítimos del Inca Atahualpa, a quienes “se les reconoció una nobleza de tan alto rango que pasó muy por delante en honores y derechos a la…otorgada a los Grandes de España. El Rey les llamó Hermanos y Altezas, concediéndoles…el Toisón de Oro a  perpetuidad, el derecho a permanecer cubiertos en su real presencia, a presidir todos los Tribunales, Concejos y cabildos de todos sus Reinos y a mantener una pequeña Corte, con sus correspondientes Consejeros” (Cadenas Allende, p. 66, n. 2).

25. Jerarquías indígenas intermedias equiparadas a la nobiliaria castellana

Además del enaltecimiento de esas dinastías, la Corona refrenda jurídicamente la condición nobiliaria de jerarquías indígenas intermedias. Oficializa los títulos de cacique  y de indio principal, con sucesión por varonía y una especie de mayorazgo.

En el Perú fueron reconocidos seis grados nobiliarios indígenas.  Debajo de ellos figuran los indios ricos, cuyo enriquecimiento se debió al ejercicio del derecho de propiedad, reconocido por España con inédita largueza, ya que antes vivían en régimen de “esclavitud mecanizada” (Vicente Sierra).

Por las Leyes de Indias, los caciques fueron “equiparados a los nobles castellanos”, al ser eximidos del pago de tributos, distinguidos con la concesión de escudos de armas y honrados con el tratamiento de “don” (cf. Lira Montt, p. 69, n.2).

Inédito en una potencia colonial es que el noble indígena no podía ser privado de sus súbditos,   poseía tierras, estaba exento de las mitas,  y podía recibir vasallos en encomienda; asimismo, establecía cuáles súbditos prestarían servicios en las encomiendas, etc.

De acuerdo a las Leyes de Indias, los delitos contra indígenas se castigaban con redoblada severidad; el corregidor Paniagua de Loaysa hizo cortar la mano a un español porque abofeteó a un cacique (cf. Cadenas Allende; Riva-Agüero y Osma, p. 69, n. 4).

26. Autonomía de tribunales y cabildos indígenas – Fueros caballerescos

En el terreno judicial, las prerrogativas de los hidalgos indígenas fueron también notables. No podían ser procesados sin informe previo a la Real Audiencia. Los alcaldes, además de dirigir los cabildos propios, desde 1655 pudieron mantener cárcel y administrar justicia contra ladrones y homicidas, con jurisdicción sobre blancos, indios o negros dentro de sus territorios; además poseían privilegios militares.

Consumada la Conquista los caciques, instruidos acerca de sus derechos por los españoles, presentaron recursos de amparo para salvaguardar su autoridad y poderes cuando los sintieron amenazados, siéndoles invariablemente reconocidos. La Audiencia de Charcas ordenó a Don Pedro de Mercado de Peñalosa, Gobernador del Tucumán,  que, atendiendo a la solicitud de los caciques de Gastona y de la encomienda de Olloscos en San Miguel, cuyas tierras estaban siendo ocupadas por intrusos, “les amparéis y defendáis en las dichas tierras para que las tengan, gocen y posean según como las tenían y poseían”, y a los intrusos “los echaréis y lanzaréis de ellas para que libremente se las dejen tener, gozar y poseer”.

Esta aristocracia indígena, reconocida y protegida, ejercía una función orgánica de puente entre la nobleza criolla y las poblaciones nativas, como un estamento intermedio entre las comunidades española e india (V. Roel). “Su vestimenta, riqueza y privilegios correspondían a las de las clases altas coloniales, al paso que su medio ambiente natural era el de los indios. Su jerarquía era reconocida por los españoles pero ella le venía de cuando gobernaban estas tierras los antiguos reyes del Perú. Eran indígenas pero con fueros y privilegios caballerescos” (Roel, p. 70, n. 3).   

27. Prioridad en la educación de los indios nobles

España promovió como política prioritaria la fundación de colegios de niños nobles para hijos de caciques e  indios principales, con la colaboración de encomenderos, religiosos y autoridades.

En 1536 se crea el primer colegio modelo de este género en Tlatelolco, al que siguen otros en todo el Continente.  Buscan “criar a estos niños hijos de caciques y principales con toda institución de policía (civilidad) y cristiandad: porque siendo ellos los que después han de gobernar y regir sus pueblos, será de mucha importancia su ejemplo…” (Sierra, p. 71, n. 1).

Esa sabia política educacional, que supo valorar y dignificar la nobleza indígena, fue una constante. A fines del siglo XVIII se crea el Real Colegio de Nobles Americanos, en Granada, al que podrán ingresar, en igualdad de condiciones con los hijos de la nobleza criolla, los “hijos de caciques e indios nobles” y de mestizos también nobles (p. 71).

Los excelentes resultados permitieron a Pío XII exaltar “el intento en gran parte logrado de aquellos grandes misioneros, secundados por el espíritu universal y católico de la legislación de sus monarcas, de fundir en un solo pueblo, mediante la catequesis, la escuela y los colegios de Letras Humanas, el elemento indígena con las clases cultas venidas de Europa o nacidas ya en tierra americana” (p. 71).

Los mismos aborígenes atestiguarán su reconocimiento, de modo tan inesperado como glorioso. Durante las guerras de emancipación, a veces pueblos enteros aparecen entre los más fieles y heroicos combatientes de la causa realista. Se destaca el caso de Antonio Navala Huachaca y su División restauradora de la ley– que desencadena la “guerra de las punas” bajo el lema “Amor a la Religión y al mejor de los Reyes”. Reductos aborígenes fieles al Rey hasta mucho después de declarada la Independencia, fueron los últimos bastiones españoles en el continente americano que capitulan, honrosamente, frente a los ejércitos republicanos.

 

 

 

 

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