El Príncipe Heredero Alois de Lichtenstein el 12 de Marzo de 2009. El Príncipe Alois fue noticia y entusiasmó el corazón de millones de católicos alrededor del mundo cuando amenazó vetar un referendum popular si la mayoría se mostraba favorable a la legalización del aborto voluntario. (Foto de Uwe Harder)
Nuestras necesidades son diferentes a las de los tiempos feudales. No buscamos caudillos militares como aquellos que frente a las invasiones bárbaras asumieron la tarea de resistir sus hordas. Buscamos en cambio aquellas figuras que asuman la tarea más sutil de convertirse en lo que algunos sociólogos llaman “personajes representativos”, que de una manera no muy diferente a las antiguas figuras feudales son un producto tanto de la sociedad como de sus propios esfuerzos.
Como escribe Alasdair MacIntyre, estos personajes “son, de alguna manera, los representantes morales de su cultura; y lo son por la manera por la cual a través de ellos las ideas y teorías morales y metafísicas asumen existencia corporal en el mundo social.” (1)
Los personajes representativos toman los principios, cualidades morales y virtudes deseadas y necesitadas por sus comunidades y las traducen en programas de vida y cultura concretos. Ellos transforman rápidamente el pensamiento en acción, la doctrina en realidad y las tendencias en modas. En nuestro caso concreto esto quiere decir que estas figuras deben involucrarse en nuestra sociedad en crisis, y arrastrarla y compenetrarla toda entera, para formular la esencia misma de una vida social rica.
El Príncipe nigeriano Kelechi Amukamara, jugador del equipo New York Giants. Se convirtió en el héroe de millones de norteamericanos al declararle a los medios de comunicación liberales que era virgen, y estaba orgulloso de serlo. (Foto de David Shankbone).
“Un personaje representativo es una especie de símbolo”, escribe Robert N. Bellah et al. “Es una forma por la cual podemos reunir en una imagen concentrada la manera por la cual en un ambiente social determinado la gente organiza sus vidas y les da sentido y dirección.” (2)
(1) Alasdair MacIntyre. En búsqueda de la Virtud: Un estudio de Teoría Moral, 3ª edición (Notre Dame, Ind. University of Notre Dame Press, 2007), p. 28
(2) Robert N. Bellah et al. Hábitos del Corazón: Individualismo y Compromiso en la Vida Americana (Berkeley, Calif.: University of California Press, 1985) p. 39.
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