Fortaleza nevada – El alma, una sinfonía – Rincón de la Conversación

01/08/2014

Riincón de la conversación cerro nevado jul14Gaucho encara la majestuosa soledad del volcán Llullayllaco (Salta). Gentileza de la destacada caballista salteña, Srta. Guadalupe Pérez Torres.

 

Nevado 1Nevados del Famatina (Sañogasta – La Rioja)

¡Qué visión! …una visión ensueño. Que extasiaba, imponente, en la mañana fría y luminosa de julio… Un cerro azulejo, de la cabeza al pie de monte, transfigurado por la nieve.
Un macizo multiforme, como un castillo de torres variadas, elegantes conos de pizarra, sombreadas hornacinas para los santos protectores esculpidos en la roca y alegres cresterías, agregados por sucesivas generaciones de castellanos sobre las colosales peñas fundacionales.
Sus lejanos picos transmitían el absoluto de lo inalcanzable. Allá un enclave a la par de las nubes, bañado de luz, en reposo vigilante de fortaleza inexpugnable contra la que se estrella cualquier ataque a la grandeza, cualquier intento de manchar, ensuciar, rebajar….
…Una serie de enclaves de nombres sonoros, fruto de la contemplación de generaciones de arrieros graves y silenciosos, que descifraron el Alto Blanco, El Veladero, Coya, Ampallao, Indarhuá, Las Lagunillas, La Batea, El Altarcito, El Nevado, La Cunshi, las Cuevas de Noroña, la Pampa del Ajincal, El Leoncito, Las Encrucijadas…
Denominaciones de torres y plazas de armas de la fortaleza de 6.000 mt de altura, así como en algún punto de la Francia de Du Guesclin existía “la Bertaudière”, o el abandonado Bastión San Gervasio, donde se guarecieron los mosqueteros con sus criados para conversar y planear audacias en paz, degustando volatería asada y preciosos vinos de Tokay, de Borgoña y de Chipre. Fue allí donde, atacados por sorpresa, enarbolaron en medio del silbido de las balas, en un improvisado mástil, a falta de bandera, un mantel de lino blanco –color de la realeza legítima-, que, perforado por los tiros, pero finalmente victorioso, hizo bordar la Reina con flores de lis de oro y poner en lugar de honor entre los trofeos del Reino cristianísimo.
El cerro venía hacia nosotros y se mantenía inmóvil! Erguido, mostraba con humilde grandeza sus heridas de guerra, sus filos blancos transitados por montados con cargas de burros que iban dejando una estela de fragantes hierbas salutíferas, de Inca yuyo, yerba larca, salvia de la puna e inaccesible fofosa…; fragancia que se enzarzaba en los cardones en flor, pendones de ocultos guerreros listos para defender la pureza y majestad del cerro contra las huestes de la fealdad, de los y las que pintan consignas criminales en las catedrales, de los que se sienten atraídos por el abismo de la negrura y odian la luz.
Al paso de la caravana, que más que divisarse se adivina, las mulas parecen pepitas de manzana en lento movimiento, al par que los guanacos vivaces y ariscos, de ojos acuosos y robustas patas esbeltas, se deslizan cuesta abajo por la ladera nevada, estirando sus manos-trineo, portadoras de propiedades curativas.
Sólo los baqueanos, mineros y cazadores entienden el relincho hierático de estos camélidos, cascada de enigmáticas voces que acentúan la soledad del Real Viejo o de la Pampa de Tamberías…
El cerro con sus paredes de cuarzo azulado, nos cautivaba; envuelto en la noche en manto de brumas, amaneciera vistiendo su capa de monje guerrero, de nieve inmaculada.
Ningún artista sería capaz de distribuir con tanta gracia la nieve y granizo en sus pliegues y surcos, sonrientes y calvas redondezas y agudas flechas catedralicias que asoman a sus abismos insondables.

Principe_baltasar_carlos_caballo gola y cabeza ii

Sobre la roca brotara musgo blanco, agamuzado como las plantas del guanaco o las botas del Infante don Baltasar Carlos, que Velásquez pintó sobre la Sierra Nevada, montando con señorío su colosal “jaquita”. La montaña  vestía, como él, gola de encaje flamenco, que realzaba su noble cabeza coronada.
El cerro parece avanzar con la majestad de un ejército formado en batalla; más allá, perdida en el horizonte, otra cadena de picos y faldeos nevados cierra la retaguardia.
La naturaleza cargó de densa nieve la torre del Negro Overo. Hoy no es overo sino porcelano colmillo de marfil, pétreo jazmín.
Estamos absortos. Nuestros caballos participan del encantamiento. Les gusta contemplar el paisaje, dice Benoist-Gironière en “La Conquête du Cheval”. Sienten que algo solemne está pasando, pues los animales hechos para secundar al hombre tienen una sensibilidad increíble. Parecen percibir que, a espaldas del poblado, una muda ceremonia se desarrolla en este campo del paño de oro.

transfiguracion

La majestad de Dios se manifiesta a unos camperos en la inmensidad, como evocando la Transfiguración, cuando el rostro del Redentor se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron como de nieve, hasta que la nube Lo envolvió, con sus acompañantes, y una voz de Heraldo, que  hizo caer por tierra a los discípulos,  glorificó Su presencia en las almenas del Tabor.

Nevado 2

Anima symphonalis est, dijo melodiosamente Santa Hildegarda, la abadesa benedictina de las cumbres del Rin que componía cantos coruscantes de fuego y cristal sagrado, y posaba su mirada sobre todo lo que es y vive.

Hildegard von Bingen bildnis
Hija del Adán en estado de inocencia, conocía familiarmente el carácter, los gustos y las costumbres de los pececitos del Rin, se sorprendía por la consonancia del perro con los estados de ánimo del hombre, sacudía las conciencias con sus prédicas públicas contra la somnolencia del Clero ante el relajamiento de costumbres y le advertía al Emperador Barbarroja –primer varón de la Cristiandad, después del Papa- que Cristo Rey lo atravesaría con su espada si persistiera en sus iniquidades y cismas. Y pintaba -con mil años (¿?) de anticipación- el cuadro de la sociedad restaurada del Reino de María que vendrá cuando sea derrotada la Revolución anticristiana, como le fue mostrado por Dios en sus revelaciones.
El alma colorida como un vitral de esta flor de la Nobleza germana nos dejó tal pensamiento musical, que contiene una visión católica del ser humano: “el alma es una sinfonía”.
Cuando la belleza de Dios se refleja en la naturaleza de un modo “frappant”, repican en la catedral sumergida del alma campanadas sublimes.
Oyéndolas, ya no somos los mismos que momentos antes: Si hoy escuchas su voz, no endurezcas tu corazón, reza el Oficio de la Virgen. Como diciendo: Atesora esas imágenes, degústalas y trata de oír la sinfonía de tu alma: ¡Eso es vivir! Y qué vida superior a la respiración artificial de los aparatos que hoy asedian las mentes juveniles con un aluvión de mensajes e imágenes que las inundan del vacío y de lo ajeno,  embotan la atención y apagan la capacidad del pensar, el querer y el crear.
Que Santa Hildegarda, y también el hidalgo “violín de Solano”, que con sus melodías restauraba la paz en las almas de los frailes tentados, almas señeras que la Iglesia celebra en este mes de julio, nos inspiren y ayuden a ser ‘almas sinfonales’. Espíritus que vivan y brillen con la luz propia e inconfundible de cada ser humano fiel a su aseitas*, quintaesenciada por la gracia de Dios, para constituir un verdadero pueblo y no una masa sin alma ni tradición.

(*) aseitas: Ver blog “Aristocracia y Sociedad orgánica”

domingo, 6 de septiembre de 2009

Notas sobre la sociedad orgánica, maravilla de la civilización cristiana, y la virtud de la “aseidad”, o de la propia originalidad (I nota)

http://aristocraciacatolica.blogspot.com.ar/2009/09/notas-sobre-la-sociedad-organica.html

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Del universo de ideas de Santa Hildegarda

Afinidad de la naturaleza canina con las costumbres del hombre

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De su riquísima obra sobre ciencias naturales, en que sus propias observaciones y las visiones sobrenaturales se armonizaban para elaborar conocimientos de  altísimo y reconocido valor para los científicos de su época e incluso de nuestros días :

El perro tiene en su naturaleza afinidad con las costumbres del ser humano. Por eso siente y conoce al hombre, lo quiere, se mantiene gustoso en su compañía y le es fiel.
El perro percibe en el hombre el odio, la cólera y la perfidia, y a menudo gruñe por eso. Y cuando sabe que en una casa predominan el odio o la rabia, rechina los dientes y muestra su enojo. Cuando hay un  suceso feliz, mueve la cola alegremente. Y cuando pasa algo triste, aúlla tristemente.

(cfr. Adelgundis Führkötter, “Hildegard von Bingen”, Otto Müller Verlag, Salzburg, Imprimatur 1972, p. 31) :

Grave advertencia de parte de Dios al Emperador Barbarroja

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Santa Hildegarda era consultada por muchos, incluyendo las más altas autoridades religiosas y civiles de la Cristiandad.  Los que requerían su invalorable don de consejo iban a verla al Monasterio o mantenían con ella una caudalosa correspondencia epistolar, que es uno de los grandes tesoros que nos ha legado.

No pocas veces enviaba tremendas advertencias  a quienes no querían hacer la voluntad de Dios, sin hacer acepción de personas,  como puede verse en ésta, dirigida al Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, uno de los hombres más poderosos del mundo de entonces:

Aquel que es, dice: Yo destruyo la obstinación; y la resistencia de aquellos que me contradicen, la aniquilo Yo mismo. Ay! Ay! del mal accionar de los sacrílegos, que Me desprecian. ¡Escucha, oh Rey, si quieres vivir! Si no, ¡serás atravesado por mi espada!

Nota: Barbarroja murió inesperadamente ahogado cuando se disponía a obtener una brillante victoria sobre el sultán Saladino, que le traería gran prestigio. “Una muerte absurda”, dicen algunos…

(cfr. A. Führkötter, op. cit., p. 35

 

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