La Nobleza española y la formación de las élites hispanoamericanas – El período formativo (I) – La conquista de América, empresa fundamentalmente noble – (3ª nota)

13/11/2013

C – La nobleza española y la formación de las élites hispanoamericanas

4. Fisonomía de la nobleza española

Fue característico de los linajes nobles de España su origen guerrero, desarrollado en la lucha contra la ocupación musulmana.

 

·        son estirpes militares y territoriales, que reciben tierras, títulos y prebendas por meritorios hechos de armas;

 

·        forman   señoríos locales, de gran autonomía, en las tierras ganadas.

 

·        el carácter de guerra religiosa, imprime en ellas un cuño de catolicidad de   verdadera cruzada.

 Junto a la clase noble militar y rural habían surgido orgánicamente élites urbanas, de menor proyección, élites auténticas, recompensadas por servicios prestados en la Reconquista.

5. Autonomías señoriales y municipales frente al centralismo renacentista

Tras la caída del Imperio Romano, las invasiones y la ocupación musulmana, las instituciones llegaron a una casi total disolución. Las poblaciones organizaron su defensa y llevaron al propietario rural a construir un castillo.

Este fue adquiriendo atribuciones que lo proyectaban como una especie de lugarteniente del rey, encargado de la defensa y administración. Su poder más le venía de la condición de propietario que por delegación regia.

 Cada feudo se convirtió en una pequeña monarquía. Los reyes intentaron reconstituir su poder, delineándose una tendencia centrípeta no absolutista. Era un “centripetismo” orgánico, sabiamente regionalista y limitado, que la diferenciaba del absolutismo anorgánico y despótico de los emperadores romanos. Que, luego, los humanistas trataron de restaurar preparando el absolutismo real.

Este   ya se nota   en la última fase de la Reconquista; no se puede incluir a los Reyes Católicos entre los monarcas absolutistas, pero durante su reinado estas manifestaciones comienzan a prevalecer. Esta tendencia se reafirmará más tarde por entero con los Borbones, a diferencia de los Austrias.

 La Reconquista había marcado en las clases dirigentes la noción de que su condición derivaba del sacrificio por la Fe y el Rey y la religiosidad militante. Ello sobrevive en sus vástagos  que acometen la gesta indiana. Y aunque eran cualidades declinantes, puestas a prueba en circunstancias extremas, retomarán el brío de los antiguos tiempos.

 6. El hidalgo, elemento de base de la jerarquía nobiliaria

 

soc Estandarte en Cuzco

El estamento noble englobaba a la nobleza titulada y a la que no poseía títulos,   genéricamente llamada hidalguía, que comprendía tres categorías. La hidalguía propiamente dicha o “nobleza de sangre”,   la hidalguía de privilegio   otorgada por el Rey y la de cargo derivada del ejercicio de funciones relacionadas con el bien público: (Más tarde, se agregó la “hidalguía de sangre legal”).

 Los hidalgos constituían la amplia base de la nobleza española; tenían precedencia habitual en la provisión de cargos. La principal obligación era su misión guerrera. 

La hidalguía siempre se ilustró por sus hazañas guerreras, gozando de merecido prestigio. En colaboración con el Clero, será destacada protagonista de la Conquista y civilización de América.

7. Los hidalgos en la epopeya americana

En el contingente que se lanza a la aventura americana, preponderantemente popular, la proporción de hijosdalgo fue elevada.

En general, se trataba de hidalgos pertenecientes a los peldaños inferiores de la nobleza inferior. La alta nobleza no participó de las expediciones y elementos de la nobleza media lo hicieron ocasionalmente.

Dado que a nobles e hijosdalgo les cabían preponderantemente las acciones guerreras y de mando,  la fase inicial, ardua y peligrosa, de la Conquista,  fue esencialmente  empresa de hidalgos.

 8. El ideal de Caballería y la situación de las Ordenes Militares en la época del Descubrimiento

 Asociada al perfil moral del hidalgo está la figura del caballero, arquetipo del guerrero cristiano.

 En las virtudes sobresalientes que distinguieron al caballero español, sobresalen tres notas capitales: extremado arrojo, entero desprendimiento personal, elevado sentido del honor y de la justicia.   Hicieron del caballero hispano un paradigma de hombre de valor que subsiste  hasta el día de hoy.

 04 Alfonso-V-el-Magnanimo

Este ideal se fue perfeccionando hasta institucionalizarse en las Ordenes Militares, cuyos miembros, seglares, adoptaban reglas de vida similares al estado religioso. Las pruebas de hidalguía hicieron que se aliase en ellos dos formas de excelencia humana: el noble y el cruzado.

 Al perder carácter religioso y acentuarse su dependencia de la Corona, el ingreso a las Ordenes ecuestres adquirió una connotación más honorífica que religioso-militar y comenzó a llamárseles “Ordenes Nobiliarias”.

 El cambio de carácter  favoreció que el idealismo caballeresco se fuese apagando, y fuese reemplazado por la ambición personal de cargos, honores, proyección social, etc.

9. Las Ordenes de Caballería en América

Estuvieron representadas por numerosos miembros. Hubo propuestas de establecer Capítulos americanos y crear milicias ecuestres locales –inclusive una para nobles indígenas, la Orden de Santa Rosa- pero ninguna prosperó.

No obstante, las Ordenes militares tuvieron influencia en la formación de la sociedad americana, por el gran número de representantes reales que poseían hábito de alguna Milicia. Los hábitos eran concedidos por notables servicios a la Corona, prefiriendo siempre a los nativos ( Lohmann Villena ; p. 34, nota 5).

 Los caballeros aparecieron en primera línea, en la Conquista, civilización y evangelización de América, entre los más dedicados ejecutores de la voluntad regia:  contribuirán   a favorecer la formación de élites o a obstaculizarla, según las oscilaciones estratégicas a que la Corte estuvo constantemente sujeta.

10. Vestigios del ideal caballeresco al encuentro de un desafío desmesurado

A pesar de las infiltraciones de naturalismo neopagano en la mentalidad del conquistador, vestigios del ideal épico-religioso de la Caballería, y aún reminiscencias de los legendarios tiempos carolingios se notan en episodios de la Conquista, como los “Doce Pares de Francia” que constituyen compañeros de Hernán Cortés, “para defender la fe católica, deshacer agravios y favorecer a los españoles e indígenas amigos” (p 35, nota 1).

 El Nuevo Continente constituía, para aquellos nobles ávidos de proezas, un gigantesco reto, un desafío desmesurado, luchando contra el agotamiento, el hambre y el desánimo, peleando en diferentes aires y regiones tan extrañas para ellos, con calores abrasadores que queman como el mismo fuego y excesivo frío de hiela y tulle a los hombres, como rezan las crónicas.

 El obstáculo mayor fueron las tribus aborígenes, bárbaras en grados diversos, cuando no inmersas en el salvajismo más cruel y extremado. No pocas eran belicosas e indómitas y expediciones como la de Hernando de Soto en La Florida, o las de Solís y Ayolas en el Plata, fueron diezmadas por la ferocidad y abrumadora superioridad numérica indígena. Incontables fundaciones fueron abandonadas o simplemente arrasadas por los autóctonos. Ciudades como Santiago de Chile, Cuzco, La Rioja y San Miguel de Tucumán   sólo se salvaron en última instancia por patente intervención sobrenatural.

 11. Socorros sobrenaturales en el éxito de la Conquista

La rápida conclusión de la Conquista no puede explicarse simplemente por circunstancias favorables, sagazmente explotadas por los conquistadores. Como hombres de fe, plenamente conscientes de la providencialidad de la obra que realizaban, sabían que la gracia de Dios no podía dejar de acompañarles, y pedían continua y ardientemente el socorro divino. 

  El milagro de la cruz

 La Cruz de los Milagros en la Ciudad de Corrientes (Argentina), testimonio de las intervenciones sobrenaturales en la conquista de América – Los indígenas intentan quemar la santa cruz sin lograrlo. Mientras continuaban en su afán, un rayo extermina al cacique atacante.

 Ciertas situaciones terriblemente críticas que parecen perdidas, se resuelven de modo absolutamente prodigioso a favor de los españoles; no pueden ser explicadas sólo por los talentos, la genialidad, la energía y el coraje que los caracterizaba. La explicación sólo puede encontrarse en favores absolutamente extraordinarios del Cielo. 

 Las crónicas abundan en referencias al auxilio de la Virgen María   en horas de peligro extremo, y de intervenciones del arquetipo del caballero hispánico, el Señor Santiago.

 

 En las batallas de Cortés, en el levante indígena de Zapopán, en el terrible sitio de Cuzco por las huestes de Manco Inca, en el asalto de las hordas araucanas de Michimalonco contra el pequeño núcleo español de Santiago de Chile y en tantos otros episodios ocurridos en toda Hispanoamérica, las relaciones de conquistadores e indios consignan la aparición de una resplandeciente Señora en el cielo, cuya presencia aterra y paraliza a la turba pagana, o de un celeste caballero montado en un blanco corcel , espada flamígera en mano, que pone en fuga a la masa de asaltantes indígenas, y en quien los españoles reconocen a su Patrono, Santiago. El denominador común es que ocurren cuando la situación de los españoles está humanamente perdida.

El agradecimiento a la Madre de Dios o al “Caballero Apóstol” se perpetúa en los nombres de incontables ciudades y capillas.

Cuando el estudioso sacude el polvo que fue bajando sobre estos maravillosos aspectos de la aurora hispanoamericana -en cuyas crónicas tantas veces la leyenda se convierte en realidad- tiene la impresión de penetrar en la atmósfera de la narrativa y del cancionero de gesta de la Reconquista.

12. La recompensa al heroísmo: privilegios ennoblecedores

 

Escudos de armas de Nobles de sangre indígena

Esa ayuda sobrenatural, decisiva para que la Cristiandad  americana se pudiera afirmar, no disminuye en nada el papel de las causas segundas.

 Vencer tamaños obstáculos naturales, doblegar la resistencia encarnizada de tantos pueblos aborígenes, sólo fue posible en virtud de golpes de audacia y coraje que rayan en lo asombroso y cuyo principal objetivo –no debe olvidarse- era extender a América la Cristiandad española. En este heroísmo al servicio del bien público aflora el carácter intrínsecamente ennoblecedor de la conquista americana.

 Así arenga el conquistador Juan Vázquez de Coronado a sus soldados durante el asedio a la nueva ciudad de Cartago: ”sois españoles, hijos de nobles padres, y debéis mostrar vuestra virtud en este momento. No desmayéis, pues es propio de la nación española acometer hechos que exceden a todo género de grandeza” (Stone, p. 39, n. 2).

 Al hacerse notorio que los territorios descubiertos constituían un Nuevo Continente entregado por la Providencia a España, llega también el reconocimiento regio, proporcionado “ a la calidad heroica de los esfuerzos hechos y a la grandeza legendaria de los resultados obtenidos” (Ots y Capdequí, nota 3, p. 39).

 Así, los reyes “fueron concediendo… franquicias, mercedes, privilegios y exenciones que…en España tan sólo los gozaban los nobles hijosdalgo” (Larios Martín, p. 39, n.4).

 Les fueron repartidos indios en encomienda, a quienes debían adoctrinar en la fe, debiendo ser retribuidos por ellos con servicio personal al comienzo, y con tributos más tarde. 

Aunque esos privilegios incluyeron en algunos casos el poder de jurisdicción que sus beneficiarios afanosamente deseaban, éste fue limitado en alcance y duración.   Nunca se reproducirá enteramente en América el régimen feudal: los “Tiempos Modernos”, de hipertrofia revolucionaria del Estado, habían comenzado.

 13. De los adelantados-gobernadores al surgimiento de una “Hidalguía de Indias”

En la etapa inicial, la amplitud de las prebendas otorgadas al adelantado gobernador y compañeros de hazañas va estableciendo una equiparación de facto entre los conquistadores y la clase noble, que los Reyes irán sancionando de jure al conceder a algunos la hidalguía.

En 1573, la élite local de “Beneméritos de Indias” –descubridores, conquistadores y primeros pobladores, más sus descendientes- recibirán amplio privilegio real de hidalguía. En las Ordenanzas de Población, manda Felipe II que sean hechos “hijosdalgo de solar conocido, para que en aquella población y otras cuales quier partes de las Indias sean Hijosdalgo y personas de noble linaje y solar conocido, y por tales sean habidos y tenidos, y les concedemos todas las honras y preeminencias que deben haber y gozar todos los Hijosdalgo y Caballeros de estos Reinos de Castilla, según fueros, leyes y costumbres de España” (Lira Montt, El Fuero nobiliario…, pp. 64,5, ap. Nobleza y Elites…, p. 42).

Estas Ordenanzas se incorporaron a las Leyes de Indias, manteniéndose vigentes durante los 300 años de dominio español.

Nacía así la Hidalguía de Indias,  llamada desempeñar un papel central en toda la Historia de Hispanoamérica, aún en la fase republicana.

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Nobleza y élites – Revolución y Contra-Revolución en las tres Américas

3ª nota

 

 

 

 

 

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