Patriarca campesino de la Selva Negra
La sociedad orgánica es el fruto de una civilización cristiana.
En ella se armonizan las variadas jerarquías que existen en la sociedad, produciendo tipos humanos característicos en todas las clases sociales. Es propio de un verdadero pueblo generar tipos humanos con gran riqueza de personalidad.
Al Prof. Plinio Corrêa de Oliveira le encantaba analizar los ambientes, los grupos, las situaciones, las psicologías, que describía con maestría en los artículos de la conocida serie “Ambientes, Costumbres, Civilizaciones”, publicados en la revista “Catolicismo” durante las décadas del 50 y 60. De ella presentamos este extracto.
Es probable que este vigoroso campesino de Bernau, en la Selva Negra, no sepa griego ni latín, entienda poco de política y prácticamente no lea los diarios.
Su ancianidad robusta y como juvenil indica sin embargo un tipo racial admirable, que tiene por detrás una larga tradición de generaciones enteras de campesinos bien nutridos, viviendo en un ambiente calmo, dotados de admirable equilibrio físico y psíquico.
Campesino, estrictamente campesino, hay en este hombre algo de regio, un tal o cual esplendor patriarcal que se refleja no sólo en las barbas abundantes y blancas sino en el porte erecto, en la imperturbable seguridad de la fisonomía, en la mirada resuelta, de hombre acostumbrado a ver lejos y con firmeza, y a cubrir extensas áreas con su autoridad de “paterfamilias”.
Claro está que este hombre es producto de todo un ambiente.
El es padrón de toda una sociedad, fruto lleno de savia de todo un orden de cosas, en el que el elemento popular encuentra, manteniéndose popular, las condiciones de vida digna y abundante que en una civilización católica le corresponden.
Fuente: A la búsqueda de almas con alma, Textos escogidos del pensamiento de Plinio Corrêa de Oliveira, recogidos por Leo Daniele
