El hombre es un ser racional dotado de voluntad libre. Como tal, disfruta naturalmente de una autonomía personal en la que ejerce el control de sí mismo, de su carácter y del mundo que lo rodea inmediatamente.
Los individualistas limitan esta autonomía personal a un mero medio de construir un pequeño mundo separado y que propicie la búsqueda de felicidad; mientras que, en un orden social orgánico, el hombre es un ser social que sólo alcanza su pleno desarrollo en el esfuerzo común con otros.
Pescadores cerca de la Isola Bella, en Taormina
El examen escolar, por Albert Anker
De modo semejante, el hombre entra libremente en asociación con otros, formando grupos y unidades sociales que ejercitan la autonomía, y de los cuales surgen estructuras de gobierno y autoridades. En consecuencia, la familia, parroquia, comunidad local, grupo ocupacional o las asociaciones culturales o políticas, todos ellos forman parte del insaciable apetito de expresión social del hombre.
En un orden orgánico, son sostenes indispensables para perfeccionar nuestra naturaleza social, que enriquecen la persona y todo el orden social.
Fuente: John Horvat II, Return to Order: From a Frenzied Economy to an Organic Christian Society—Where We’ve Been, How We Got Here, and Where We Need To Go (York, Penn.: York Press, 2013), 171-2.
Ver otras notas sobre esta obra vital en:
http://aristocraciacatolica.blogspot.com.ar/2013/05/regreso-al-orden-una-propuesta-catolica.html