Reconquista española: La victoria de Corpus Christi –

23/03/2015

custodia del SsmoJaime el conquistador

Un estandarte único, un milagro de Dios

Este hecho ocurrió en el reino de Aragón, en la primera mitad del siglo XIII -épocas duras para España, por los tantos años de lucha contra los moros invasores que pretendían convertirla en feudo del Islam.
El valiente Don Jaime I, conocido en la historia como “el Conquistador”, decidió iniciar una campaña contra ellos en Valencia en 1238, convocando a diferentes poblados y uniéndose inmediatamente los de Daroca, Teruel y Calatayud.
Medieval Daroca arco y jinetesNo confiando en sus propias fuerzas sino encomendándose a Dios, iniciaron la reconquista en la Villa llamada Burriana, donde construyeron aceleradamente un castillo-fortaleza bien atrincherado y defendido por los Señores de Entenza y de Aguillón. Desde allí, con todos los contingentes unidos, no cesaban de hostilizar al enemigo.
El jefe moro Zaén envió contra ellos cuarenta mil soldados a pie y muchos montados a caballo, para que arrasasen a los cristianos y a su fortaleza. Los enfrentó Don Jaime con apenas cuatro mil combatientes de infantería y cuatrocientos montados -¡vaya enorme diferencia!- y se trabaron en terrible combate.
¡Oh prodigio: los defensores de la Cruz obtuvieron una images caballeros peleandogloriosa victoria! Y tomaron Valencia, donde los soldados de Daroca fueron lo primeros en elevar la bandera de la Fe. Atacaron luego el castillo de los sarracenos en Ochio. Pero ante el peligro, las huestes musulmanas cercaron el campamento católico, viéndose obligados éstos a la alternativa de entregarse o morir. En tal aflicción, el general, con entusiasmo los exhortó a rezar un acto de contrición, a recibir los jefes la Sagrada Eucaristía, y ¡a pelear!
El sacerdote Capellán Mateo Martínez -oriundo de Daroca-celebró el Santo Sacrificio; apenas luego de la consagración oyeron los chillidos de los moros que se precipitaron sobre ellos. Pelearon durante tres horas, con tal bravura los aragoneses, que los atacantes huyeron despavoridos ante tan inaudito valor.

Al comenzar la pelea, el Capellán Martínez rápidamente envolvió las Hostias Consagradas con corporales y las escondió dentro de una gruta.
Después de tan glorioso triunfo, fueron a rescatar los corporales de la gruta. ¡Oh maravilla! Los Capitanes arrodillados para dar gracias a Dios Vivo que les había dado tantas fuerzas para la victoria, vieron que no estaba en las Hostias. ¡Pero estaba! ¡Su Sagrado cuerpo se había convertido en Su Sangre, empapando y tiñendo de rojo los corporales!

Aquellos héroes, llenos de emoción y respeto, con lágrimas bañando sus rostros frente a la propia Sangre del Sagrado Redentor, estaban extasiados en adoración…

De repente, cuando se habían olvidado de la guerra por tan extraordinario prodigio, sintieron nuevamente los gritos rabiosos de los infieles que volvían a atacar para vengar tan vergonzosa derrota.
En el momento de comenzar esta nueva pelea, el Capellán Martínez se sintió inspirado a levantar los Corporales atados en un largo palo, en forma de un estandarte. No sólo daban ánimo a los combatientes cristianos, sino que milagrosamente, con los reflejos del sol, brillaban los rojos divinos de la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo que lo teñían, y como si fueran rayos de luz cegaban a los aterrados moros al ser agitados por el viento contra el azul maravilloso del cielo.
Desde ese lugar -llamado hoy Corpus Christi- hasta el castillo moro de Chio fue tan grande el escarmiento, que huyeron unos pocos y los demás quedaron sin vida.
Los de la media luna no volvieron…
Don Jaime I, el Conquistador, y sus bravos aragoneses, dieron gracias al Santo Misterio impregnado en los Corporales formando el Estandarte Milagroso.

Terminada la campaña, los Señores de los diferentes poblados que habían intervenido trataban de ponerse de acuerdo sobre el destino que tendrían los Corporales; todos demandaban derechos para su tierra. Uno por haber sido el que más aportara en hombres y bienes, otro por haber sido los primeros, y así en más…
Llegaron al acuerdo de tirar a la suerte.
Tres veces salió Daroca.

images Puerta castillo
No había conformidad de la mayoría, y trataron de resolverlo de otra manera.
Pusieron el Santo Estandarte en un digno y precioso cofre, lo ataron sobre el lomo de una mula que había quedado del ejército enemigo, y la soltaron con la consigna, aceptada por todos, de que donde la mula lo dejara, allí quedaría.
Echó a correr el animal, con capitanes y muchos soldados por detrás.
Tomó por diferentes caminos y poblados sin pararse a beber ni a comer. Pero…su paso no fue vano: el Santo Misterio milagrosamente impreso en los Corporales prodigaba sus bondades por donde iba. Curó endemoniados y obró otros prodigios visibles, hasta que la mula paró en Daroca. Entró al “atrio de los perdones” de la Iglesia San Marcos -luego llamada de la Santísima Trinidad.
Allí terminó su tarea, paró, y cayó sin vida. Fue un 7 de marzo de 1239.
Desde entonces Don Jaime I y casi todos los reyes españoles reverenciaban en Daroca ese augusto Misterio. Luego fue capellanía con Misa diaria; el Papa León XIII la declaró Basílica; los días siete de marzo se hace una solemne procesión.

Las maravillas se Dios se derraman sobre los hombres de verdadera Fé, y aunque la historia de lo ocurrido en Daroca no la menciona, sabemos que maternalmente, detrás de todas ellas está la incomparable Medianera de todas las Gracias, nuestra Madre Inmaculada, la Virgen María.

Fuente: Milagros Eucarísticos, Padre Manuel Traval y Roset S.J., Ed. Artpress, San Pablo (Brasil), 2014

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