El espíritu de familia y el Estado – Regreso al Orden

29/04/2015

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Admirando el bébé, por George Goodwin Kilburne

Este espíritu de familia permeaba el Estado, verdaderamente cristiano, que asumió imágenes y costumbres por las cuales “la gente pronto comenzó a concebir el Estado como una especie de familia” (*). El Estado Cristiano vino a ser gobernado con un gran afecto de tipo familiar, e incluso por las propias familias.

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El concierto de los niños, por Georgios Jakobides

Este sentimiento de afecto es realmente un elemento de unión de primera importancia para el Estado. Las Constituciones, leyes e instituciones pueden ser elementos unificadores indispensables, pero el de mayor vitalidad es el afecto de tipo familiar, sin el cual el Estado está condenado a dividirse contra sí mismo.

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Casamiento del Zar Nicolás II de Rusia y la Princesa Alix de Hesse-Darmstadt (cuadro de Laurits Tuxen)

Por otro lado, ¡cuántos estados modernos se glorifican de sus divisiones! Están divididos por partidos políticos, facciones o por la competencia económica intensiva. Más bien deberían buscar su glorificación en la unión de los grupos sociales, facciones y partidos.

En la Civilización cristiana, de lo alto a lo bajo, todos bregaban por crear alianzas familiares.  Buscaban perpetuar y pernear la sociedad con el sentimiento familiar. El resultado era un verdadero patriotismo, que no era sino ese sentimiento familiar y amor común al terruño expresado ampliamente y aplicado a todos en el país.

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(*) Georges Duby, Revelations of the Medieval World, vol. 2 de Una Historia de la vida privada, trad. Arthur Goldhammer (Cambridge: Harvard University Press, Belknap Press, 1988), 17.

RTO

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