Sumario del Cap. IV de Nobleza y élites: La Nobleza en una sociedad cristiana – Perennidad de su misión y de su prestigio en el mundo contemporáneo – Las enseñanzas de Pío XII – (Nota 10 bis)

13/05/2016

El presente sumario  (10 bis) corresponde a la nota 10 de la Visión de Conjunto:

https://nobleza.org/la-nobleza-en-una-sociedad-cristiana-perennidad-de-su-mision-y-prestigio-en-el-mundo-contemporaneo-las-ensenanzas-de-pio-xii-cap-iv-vision-de-conjunto-10/010 Selección temática

La Nobleza en una sociedad cristiana – Perennidad de su misión y de su prestigio en el mundo contemporáneo
Las enseñanzas de Pío XII

Θ Nota: las citas de documentos pontificios han sido sintetizadas en el presente sumario. El lector puede consultar las citas textuales online en :

http://www.pliniocorreadeoliveira.info/LN_Espanha/Volume%20I/LN_ES_Cap_00_0_Indice.htm

1. Clero, Nobleza y Pueblo

♦ La sociedad medieval, constituida por las tres clases sociales, dotadas de especiales obligaciones, privilegios y honores. Participaban en su gobierno el Rey, el Clero, la Nobleza y el Pueblo.

♦ Iglesia y Estado, sociedades perfectas y soberanas en el campo espiritual y el temporal, respectivamente.

El Clero puede participar en la función gobernativa del Estado. Le compete enseñar, gobernar y santificar; a los simples fieles les cabe ser enseñados gobernados y santificados -orden jerárquico de la Iglesia.

Numerosos documentos establecen la distinción entre Iglesia docente y discente, como enseña San Pío X en Vehementer Nos: la Iglesia , Cuerpo Místico de Cristo, cuya autoridad es administrada por pastores y doctores; algunos mandan a otros con plena y perfecta potestad. (1). (Θ txt sintetizado: ver nota ).

Esta distinción es afirmada en documentos del Conc. Vaticano II:
Los seglares tienen por hermanos a aquellos que, colocados en el sagrado ministerio, enseñando, santificando y gobernando con la autoridad de Cristo, apacientan a la familia de Dios (Lumen Gentium, § 32).
(…) procuren los  fieles  abrazar con cristiana obediencia todo lo que los sagrados pastores, representantes de Cristo, establecen en la Iglesia como maestros y gobernantes (Lumen Gentium, § 37).

Cada uno de los Obispos, a quienes bajo la autoridad del Sumo Pontífice les está confiada la dirección de cada iglesia particular apacienta sus ovejas en nombre de Dios, ejerciendo sus funciones de enseñar, santificar y regir. (Christus Dominus). (2) (Θ txt sintetizado: ver nota ).

Cabe al Clero la misión de proveer la salvación y santificación de las almas, que produce efectos sumamente beneficiosos: imbuirlas de la moral cristiana y de la observancia de la Ley de Dios; un pueblo receptivo se encuentra idealmente dispuesto para ordenar sus actividades temporales de modo que alcancen alto grado de eficacia y florecimiento.

♦ Célebre imagen de San Agustín de una sociedad en la que todos sus miembros fuesen buenos católicos: un ejército; Gobernadores, esposos, padres, hijos, señores, siervos, reyes, jueces, contribuyentes y recaudadores de impuestos como los quiere la doctrina cristiana, y atrévanse [los paganos] a decir que ésta es enemiga de la república. Han de reconocer sin dudarlo que cuando se la observa fielmente, le sirve de salvaguarda.(3). (Θ txt sintetizado: ver nota ).

Correspondía al Clero mantener los fundamentos morales de la civilización perfecta, la cristiana. La enseñanza y obras de asistencia y caridad estaban a cargo de la Iglesia, que desempeñaba, sin carga para el erario público, los servicios adscriptos a los ministerios de Educación y Sanidad. Se comprende que haya sido reconocido el Clero como primera clase de la sociedad.

♦ En el ejercicio de su altísima misión, el Clero no depende de ningún poder terreno; factor activo en la formación del espíritu y mentalidad de una nación. El intercambio de comprensión, confianza y afecto le proporciona posibilidades inigualables de orientar ansias, preocupaciones y sufrimientos de la población y los aspectos de vida temporal correlativos. Reconocerle voz y voto en las decisivas asambleas nacionales es para el Estado medio precioso de auscultar el corazón de la nación.

Manteniendo su alteridad frente a la vida política, elementos del Clero han sido, a lo largo de la Historia, consejeros respetados y partícipes valiosos en materias legislativas y fijación de determinados rumbos.
No está compuesto por ángeles del Cielo sino por hombres que actúan en esta tierra. Esta clase forma parte de la población del país, frente al cual tiene derechos y deberes. La protección de esos derechos y el cumplimiento de esos deberes es del mayor interés para ambas sociedades perfectas: la Iglesia y el Estado. Lo afirma León XIII en Immortale Dei. (4). (Θ txt sintetizado: ver nota ).

♦ Clase social definida, parte viva del país, tiene derecho a voz y voto en su vida pública. (5)

Le seguía como segunda clase la Nobleza, de carácter esencialmente militar y guerrero. Le correspondía la defensa de la nación y la del orden político y social. En sus tierras, los señores feudales ejercían, sin gastos para el Rey, funciones algo semejantes a las de los alcaldes, jueces y comisarios de policía actuales.

Ambas clases, básicamente ordenadas al bien común, en compensación por sus graves y específicas funciones, merecían honores y privilegios, como la exención de impuestos.

El Pueblo, clase vuelta particularmente hacia el trabajo productivo: eran privilegios suyos participar en la guerra en grado mucho menor que la Nobleza, y casi siempre  la exclusividad en las profesiones más lucrativas, como comercio e industria. No tenían normalmente obligaciones especiales con el Estado. Trabajaban para el bien común en la medida en que cada cual favorecía sus legítimos intereses; de ahí que fuera la clase menos favorecida en honores y sobre la cual recaía, en consecuencia, el peso de los impuestos.

“Clero, Nobleza y Pueblo”: trilogía que recuerda las asambleas representativas que caracterizaron muchas monarquías del periodo medieval y del Antiguo Régimen: Cortes de España y Portugal, Estados Generales franceses, Parlamento de Inglaterra, etc. En ellas había una representación nacional auténtica que reflejaba fielmente la organicidad social.

Con la Ilustración, otras doctrinas comenzaron a conquistar ciertos sectores directivos. Bajo efecto de una mal comprendida noción de libertad, Europa comenzó a caminar hacia la destrucción de los cuerpos intermedios, la laicización del Estado y la nación, y la formación de sociedades inorgánicas, representadas por un criterio únicamente cuantitativo: el número de votos.

Esta transformación, ocurrida desde las últimas décadas del s. XVIII hasta nuestros días, ha facilitado peligrosamente el fenómeno de degeneración pueblo-masa, sabiamente señalado por Pío XII.

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[1] ASS XXXIX [1906] 8-9
[2] Sacrosanctum Oecumenicum Concilium Vaticanum II, Constitutiones, Decreta, Declarationes, Typis Polyglottis Vaticanis, 1974, pp. 154, 162, 285.
[3] Epist. CXXXVIII ad Marcellinum, § 15, in Opera omnia, Migne, t. II, col. 532.
[4] “Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba las naciones. En esa época, el vigor propio de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en las costumbres de los pueblos, en todas las categorías y relaciones de la sociedad civil; y la religión instituida por Jesucristo, firmemente establecida en el grado de dignidad que le era justo, florecía en todas partes por el favor de los príncipes y la protección legítima de los magistrados. Entonces el sacerdocio y el imperio estaban unidos por una auspiciosa concordia y por el amistoso intercambio de buenos oficios. Organizada así, la sociedad civil produjo frutos superiores a toda expectativa, cuya memoria vivía y vive aún consignada como está en innumerables documentos históricos que ningún artificio de los adversarios podrá desvirtuar u obscurecer” (ASS XVIII [1885] 169).
[5] Otro aspecto de la legítima participación del Clero en la vida pública nacional fue la existencia en el tiempo del feudalismo de diócesis y abadías cuyos titulares eran, ipso facto y al mismo tiempo, titulares de sus respectivas circunscripciones feudales. Así por ejemplo, los Obispos-Príncipes de Colonia o Ginebra, independientemente de su origen, noble o plebeyo, eran ipso facto, por el propio hecho de ser obispos, Príncipes de Colonia o Ginebra. Uno de estos últimos fue el dulcísimo San Francisco de Sales, doctor de la Iglesia. A la vez que Obispos-Príncipes, existían dignatarios eclesiásticos de graduación menos eminente en la Nobleza; en Portugal, los Arzobispos de Braga, que eran al mismo tiempo Señores de dicha ciudad, y los Obispos de Coimbra eran, ipso facto, Condes de Arganil (desde D. João Galvão, XXXVI obispo de Coimbra, agraciado en 1472 con dicho título por D. Alfonso V), de donde venía que usasen corrientemente el título de Obispos-Condes de Coimbra.

2. El deterioro del orden medieval en los tiempos modernos

Esta organización política, social y económica, se deshizo con la Edad Moderna (cfr. Cap. II). A partir de ella, las sucesivas transformaciones tienden a confundir las clases, y a negar a Clero y Nobleza una situación jurídica especial. Dura contingencia ante la que no deben cerrar los ojos con pusilanimidad.

Pío XII describe ese estado de cosas con precisión: (…)  mirad con intrepidez y valor la realidad presente ; Nos parecería poco digno de vosotros disimularla con eufemismos. La nueva Constitución no os reconoce ya como clase social ninguna misión específica, ningún atributo ni  privilegio, ni en el Estado, ni en el pueblo (6). Punto final de una especie de “caminar fatal” (7).  (Θ txt sintetizado: ver nota ).

Ante tales “formas de vida bien diversas” (8), la Nobleza y las élites tradicionales no deben ignorar la realidad sino tomar una actitud clara, una conducta propia a las personas de valor: “Mientras los mediocres no hacen sino fruncir el ceño ante la adversidad, los espíritus superiores saben (…) mostrarse ‘beaux joueurs’ (9), conservando imperturbable su porte noble y sereno” (10). (Θ txt sintetizado: ver nota ).

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[6] PNR 1952, p. 457; Cfr. Capítulo II, 1.
[7] Ibídem.
[8] Ibídem.
[9] Buenos jugadores, que se inclinan lealmente ante la victoria del adversario.
[10] PNR 1952, pp. 457-458.

3. La Nobleza debe mantenerse como clase dirigente en el contexto social, profundamente transformado, del mundo actual

¿En qué consiste este reconocimiento varonil de condiciones de vida que no se está obligado a aplaudir — “se puede pensar lo que se quiera” (11) — pero que constituyen una realidad dentro de la cual se está obligado a vivir?
¿Han perdido la Nobleza y las élites tradicionales su razón de existencia? ¿Deben romper con sus tradiciones y pasado? ¿Deben disolverse en la plebe, borrando todo lo que conservan de altos valores de virtud, cultura, estilo y educación?

Para el Pontífice, las élites tradicionales deben continuar existiendo y teniendo una alta misión: en interés al bien común.  la salvación de la Civilización Cristiana en esta crisis, permaneced firmes en la primera línea. Vuestras cualidades pueden también hoy ser allí excelentemente utilizadas. Vuestros nombres, que (…) resuenan con fuerza en la historia de la Iglesia y de la sociedad civil, traen a la memoria figuras de grandes hombres y hacen resonar en vuestro espíritu la voz admonitora que os recuerda el deber de mostraros dignos de ellos. (12). (Θ txt sintetizado: ver nota ).

 

Aún más claro queda en la alocución de 1958 (13):
(…) recordaréis … cómo el Papa de vuestra niñez no omitió indicaros los nuevos deberes que las cambiadas condiciones de los tiempos imponían a la Nobleza; que os explicó muchas veces cómo la laboriosidad había de ser el titulo más sólido y digno para aseguraros la permanencia entre los dirigentes de la sociedad; que las desigualdades sociales os prescribían particulares deberes en pro del bien común; que de las clases más altas podían descender para el pueblo grandes beneficios o graves daños; que los cambios en la forma de vivir pueden conjugarse armónicamente con las tradiciones de que las familias patricias son depositarias. (14). (Θ txt sintetizado: ver nota ).

El Pontífice no desea la desaparición de la Nobleza en el contexto social profundamente transformado de nuestros días; por el contrario, invita a sus miembros a desarrollar los esfuerzos necesarios para que se mantenga en la posición de clase dirigente también dentro del amplio cuadro de categorías a las cuales toca orientar al mundo actual; y de modo que la presencia de la Nobleza tenga un sentido tradicional, el valor de una continuidad, el sentido de una “permanencia”; de fidelidad a uno de los principios constitutivos de la Nobleza: la correlación entre “las desigualdades sociales” que la “elevaban” y sus “particulares deberes en pro del bien común”.

Así, “los cambios en la forma de vivir pueden conjugarse armónicamente con las tradiciones de que las familias patricias son depositarias.”
Pío XII insiste en que la Nobleza debe permanecer en el mundo de la posguerra, con tal que se muestre verdaderamente insigne por las cualidades morales que la deben caracterizar: tomar parte activa en la curación de las llagas producidas por la guerra, la reconstrucción de la paz, el renacer de la vida nacional, evitando las ‘emigraciones’ o abstenciones; porque aún quedaba en la nueva sociedad un amplio lugar para vosotros si os mostrábais verdaderamente élites y optimates, insignes por vuestra serenidad de ánimo, prontitud para la acción, generosa adhesión. (15) . (Θ txt sintetizado: ver nota ).

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[11] PNR 1952, p. 457.
[12] PNR 1952, p. 459.
[13] Cfr. Capítulo I, 6.
[14] PNR 1958, p. 708.
[15] Ibídem.

4. Mediante una juiciosa adaptación al mundo moderno, la Nobleza no desaparece en la nivelación general

Esa indispensable adaptación no significa para la Nobleza una renuncia a sí misma y a sus tradiciones desapareciendo en la nivelación general sino mantenerse como valiente continuadora de un pasado inspirado en principios perennes, de los cuales el Pontífice realza el más alto: la fidelidad al “ideal cristiano”. (…)  os incitábamos a desterrar el abatimiento y la pusilanimidad frente a la evolución de los tiempos, y a que os adaptárais valerosamente a las nuevas circunstancias, fijando la mirada en el ideal cristiano, verdadero e indeleble título de genuina nobleza. (16) . (Θ txt sintetizado: ver nota ).

Esta es la valiente adaptación que cabe a la Nobleza llevar a cabo. No se trata de renunciar a la gloria de su abolengo sino de conservarla y, lo que es más, actuar en pro del bien común con la “valiosa contribución” que “todavía estáis en condiciones de prestarle”: (…) os hicimos entonces estas advertencias para asegurar a la sociedad la valiosa contribución que todavía estáis en condiciones de prestarle (17)

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[16] Ibídem.
[17] PNR 1958, pp. 708-709

5. Para corresponder a las esperanzas en ella depositadas, la Nobleza debe brillar en los dones que le son específicos

Después de realzar una vez más la importancia de su fidelidad a la moral católica, Pío XII traza un cuadro fascinante de los atributos que la Nobleza debe aportar para corresponder a las esperanzas que en ella deposita. Importa notar que esas cualidades deben brillar en cuanto “fruto de largas tradiciones familiares”, hereditarias, y constituyen, algo de propio y específico de la clase noble:
(…) “Nos preguntaréis tal vez— ¿qué hemos de hacer… para alcanzar tan alto objetivo?”

“ (…) debéis insistir en vuestra irreprensible conducta religiosa y moral, especialmente dentro de la familia, y practicar una sana austeridad de vida. (…) que las otras clases perciban el patrimonio de virtudes y dotes que os son propias, fruto de largas tradiciones familiares. (…) la imperturbable fortaleza de ánimo, la fidelidad y dedicación a las causas más dignas, una tierna y munífica piedad para con los débiles y los pobres, el prudente y delicado modo de tratar los asuntos graves y difíciles, aquel prestigio personal, casi hereditario (…), por el que se llega a persuadir sin oprimir, a arrastrar sin forzar, a conquistar sin humillar el espíritu de los demás, ni siquiera el de vuestros adversarios o rivales”.

 También constituyen estas enseñanzas “(…) la más convincente respuesta a los prejuicios y sospechas (…)”. (18)
El Pontífice enseña aquí a sus ilustres oyentes un modo adecuado de replicar las invectivas del igualitarismo vulgar de nuestro tiempo.

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[18] PNR 1958, p. 709.

6. Incluso los que ostentan desprecio por las antiguas formas de vida no son del todo inmunes al esplendor nobiliario

Pío XII realza el “vigor y fecundidad en las obras” como “características de la genuina Nobleza”, y la incita a que los aporte al servicio del bien común (19).
Parece refutar una posible objeción formulada por aristócratas desanimados ante la oleada de igualitarismo que ya entonces se extendía por el mundo moderno.

Pondera que pueden distinguirse dos tendencias hoy ante la Nobleza: una “conserva un justo respeto a las tradiciones y aprecia su alto decoro”; otra, “que ostenta indiferencia y quizá desprecio hacia las viejas formas de vida, tampoco queda del todo inmune a la seducción del esplendor” nobiliario.

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[19] ibidem

7. Las virtudes y cualidades específicas de los nobles se comunican a cualquier trabajo que ejerzan

Prosigue aludiendo a que en el régimen político y socio-económico anterior a la Revolución Francesa, ciertas profesiones no eran generalmente ejercidas por los nobles. Su ejercicio podía implicar la pérdida de la condición nobiliaria, como v.gr. el comercio, reservado, generalmente, a la burguesía y al pueblo.

Estas limitaciones fueron desapareciendo hasta el punto de haber sido eliminadas en nuestros días.

El Papa parece también tomar en consideración el hecho de que los trastornos originados por las dos Guerras Mundiales arruinaron económicamente a numerosas estirpes nobles, cuyos miembros quedaron reducidos al ejercicio de actividades subalternas. Se puede hablar incluso de la proletarización de ciertos nobles.
Frente a tan duras realidades, Pío XII estimula a esas estirpes a que no se disuelvan en el anonimato sino que, practicando sus virtudes tradicionales, actúen con “vigor y fecundidad”, y comuniquen así una nota específicamente noble a cualquier trabajo que o se vean obligados a aceptar. Así conseguirán que la Nobleza sea comprendida y respetada, ¡incluso en las más penosas situaciones!

 8. Un altísimo ejemplo: la familia de estirpe real en cuyo hogar nació y vivió el Dios humanado

 Estas altas enseñanzas hacen también pensar en el matrimonio de la estirpe real de David, en cuyo hogar, principesco y obrero, nació y vivió ¡el Dios humanado! (20)
En alocución a la Guardia Noble: Nobles erais aun antes de servir a Dios y a Su Vicario. La Iglesia, a cuyos ojos el orden de la sociedad humana reposa fundamentalmente sobre la familia, por humilde que sea, no desestima aquel tesoro familiar que es la nobleza hereditaria. No la despreció ni el propio Jesucristo: el varón a quien confió la misión de proteger su adorable Humanidad y a su Madre Virgen era de estirpe real: ‘Joseph, de Domo David’ (Luc. I, 27). (21). (Θ txt sintetizado: ver nota ).

León XII “atestiguaba que la Guardia Noble está ‘destinada a prestar el servicio más próximo e inmediato a nuestra misma persona y, tanto por la finalidad de su institución, como por la calidad de los individuos que lo componen, constituye un Cuerpo que es la primera y más respetable de todas las armas de nuestro Principado’.” (22)

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[20] Cfr. Capítulo V, 6; PNR 1941, p. 363.
[21] José, de la Casa de David.
[22] Discorsi e Radiomessaggi, vol. I, p. 450.

9. La más alta función de la Nobleza: conservar, defender y difundir las enseñanzas cristianas contenidas en las nobles tradiciones que la distinguen

El Pontífice se refiere a la obligación genérica que tienen las “clases altas, entre las cuales está la vuestra” de resistir moralmente a la corrupción moderna: Quisiéramos… que vuestra influencia en la sociedad le evitase un grave peligro, propio de los tiempos modernos. (…); habitualmente son [los vicios y abusos] los que se propagan, y [esto ocurre] hoy con tanta mayor celeridad cuanto más fáciles son los medios de comunicación, información y contacto personal. (23). (Θ txt sintetizado: ver nota ).

El Santo Padre define más específicamente las características de esa obligación en lo que se refiere a la Nobleza: deber de resistencia a cumplir en el campo doctrinal, que se extiende al de las costumbres. “(…) vigilad y proceded de modo que las perniciosas teorías y los perversos ejemplos nunca cuenten con vuestra aprobación y simpatía, ni mucho menos hallen en vosotros vehículos favorables para la infección ni focos de ella.”
Este deber es elemento integrante de “aquel profundo respeto a las tradiciones por vosotros cultivado, mediante el cual pretendéis distinguiros en la sociedad”. Estas tradiciones son “preciosos tesoros” que la Nobleza ha de guardar “en medio del pueblo”.

 “Ésta puede ser la más alta función social de la Nobleza de hoy; éste es ciertamente el mayor servicio que podéis prestar a la Iglesia y a la patria”, afirma. (24)
Conservar, defender y difundir las enseñanzas cristianas contenidas en las nobles tradiciones que la distinguen: ¿qué más alto uso puede hacer la Nobleza del esplendor de los siglos pasados, el cual aún hoy la ilumina y pone de relieve? (25)

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[23] PNR 1958, p. 710.
[24] Ibídem.
[25] Sobre cuánto predispone y estimula la nobleza de sangre para la práctica de las virtudes cristianas, véase especialmente la admirable homilía de San Carlos Borromeo reproducida en Documentos IV, 8.

10. Es deber de la Nobleza no diluirse en el anonimato, sino resistir al soplo del igualitarismo moderno

 Pío XII insiste en que no se deje diluir la Nobleza en el anonimato al que muchos quieren arrastrarla  al soplo del igualitarismo moderno, y le indica otra función de gran alcance: por la presencia actuante de las tradiciones que irradia, debe contribuir a preservar de un cosmopolitismo descaracterizante los valores típicos de los diferentes pueblos. (26)

Al terminar con paternales bendiciones, hace un especial gesto a favor de la continuidad de la Nobleza, recordando que a los niños de estirpe noble presentes, les toca el grave y honroso deber de ser continuadores en el futuro de sus más dignas tradiciones: A fin de que el Omnipotente corrobore vuestros propósitos y haga realidad Nuestros votos …, descienda sobre vosotros, vuestras familias, especialmente sobre vuestros niños, continuadores … de vuestras más dignas tradiciones, Nuestra Bendición Apostólica. (27). (Θ txt sintetizado: ver nota ).

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[26] PNR 1958, pp. 710-711.
[27] PNR 1958, pp. 711

11. La Nobleza: Categoría particularmente distinguida en la sociedad humana — Deberá rendir cuentas especiales a Dios

Una aplicación más puede ser encontrada en alocución de Juan XXIII al Patriciado y a la Nobleza romana (cfr. Resumen de la de la Poliglotta Vaticana):
“El Santo Padre se complace en realzar que los distinguidos oyentes reflejan aquello que constituye el consorcio humano en su totalidad: una múltiple variedad de elementos, cada cual con su propia personalidad y actuación, a la manera de flores a la luz del sol, y dignas de respeto y honor, cualquiera que sea su magnitud y proporción.
“El hecho…de pertenecer a una categoría particularmente distinguida de la sociedad humana… requiere una adecuada consideración, representa una invitación … para que den más, como conviene a quien más ha recibido y un día deberá rendir cuenta de todo a Dios”.

(…)

“Obrando así se coopera… con la íntima convicción de que hasta lo que de más notable se encuentra en la historia de cada familia debe reforzar su compromiso —precisamente en conformidad con su particular condición social— con el sublime concepto de fraternidad cristiana y con el ejercicio de virtudes particulares: la paciencia dulce y suave, la pureza de costumbres, la humildad y, sobre todo, la caridad. Sólo de esta manera será posible obtener para cada uno [de los integrantes de esa categoría] una grande e imborrable honra!”
(…)

“A fin de estimular las mejores disposiciones de los presentes, el Sumo Pontífice da su Bendición para cada uno y para sus familias (…). Agrega el deseo paternal de que se comporten de un modo tal, que no vivan —como suele decirse— ‘al día’, sino que sientan y manifiesten en la vida de cada día pensamientos y obras según el Evangelio, por el cual fueron marcadas las vías luminosas de la Civilización Cristiana. ¡Quien obra de esta manera sabe desde ahora que su nombre será repetido en el futuro con respeto y admiración!” (28)

También es recordado por Juan XXIII este papel específico de la Nobleza contemporánea el 10 de enero de 1963:
“Quien más ha recibido, quien más se destaca, se encuentra en mejores condiciones de dar buenos ejemplos; todos deben aportar su contribución: los pobres, los humildes, los que sufren, bien como aquellos que han recibido del Señor numerosas Gracias y gozan de una situación que entraña graves y particulares responsabilidades.” (29)

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[28] Discorsi e Radiomessaggi, vol. II, pp. 565-566.
[29] Ídem, vol. V, p. 348.

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Θ Nota: las citas de documentos pontificios han sido sintetizadas a los efectos del presente sumario. El lector puede consultarlas en el texto original, disponible online (ver link al comienzo).

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