Un amigo al que pedí unas fotos para el “Rincón de la Conversación” me pregunta de qué temas trata la columna. Quien pide algo queda obligado a dar explicaciones y de tal modo quedé en la situación de “chasseur chassé” (cazador cazado) -como decían las señoras de la generación de mi madre, con aires de inocente picardía.
En sus tiempos se enseñaba a los jóvenes el francés, y con ello se estimulaba su buen gusto y buen sentido. Como era un obstáculo a la civilización hiper-logrera y cibernética dominada por la intemperancia frenética, como lo denuncia Regreso al Orden (ver sección en este Boletín), fue substituido por el inglés. ¡Sensible pérdida pues -pese a los valores culturales de la lengua anglo-sajona, con sus influencias del latín y los idiomas nórdicos- ¡se trataba de la lengua de los ángeles!
Y así le diré a mi amigo que los temas tienen que ver con la necesidad de contrarrestar en algo, con el noble entretenimiento de la conversación, toda la polución e insipidez que ingerimos a diario con tantas banalidades y cosas degradantes que nos imponen los medios de prensa (otrora respetables y respetuosos) y otros medios (¡ni hablemos de la TV!). En el sensacionalismo masificante de hoy, los degüellos de cristianos ejecutados por los extremistas musulmanes tienen el mismo destaque que un gol o que un gesto provocativo de una modelo desprejuiciada -que no tendría repercusión o, mejor aún, despertaría indignación, si no fuera por la acción psicológica de las usinas de fabricación de opinión púbica.
Así, la idea del “Rincón” es recrear algo del clima de una sala de conversación. No necesariamente de una sala, también de una rueda en torno a un asado o un mate, como las de los gauchos carreteros de Rugendas, o los curiosos asientos que llamaron la atención de Kronfuβ al comentar los de las reducciones jesuíticas, construidos sobre el techo, para que dos almas conversen contemplando el paisaje. Si algún lector tiene el privilegio de contar con la obra de Kronfuβ sobre el Arte Colonial argentino, le agradeceremos que por favor nos envíe ese pasaje para difundirlo aquí.
Acompañamos esa conversación imaginaria que despertó la fantasía y admiración del estudioso artista venido del Imperio Austro-Húngaro: dos hombres de Dios del siglo XVII, de la Compañía de Jesús, comentando distendidos sus experiencias, recordando anécdotas de sus alumnos de la Universidad de Córdoba del Tucumán, del examen de aquel jujeño, santafesino o asunceno, aspirante al honroso título pontificio de Maestro de Artes (privilegio papal concedido a la primera universidad argentina). El mozo, un “tapao”, sorprendió a los profesores con la claridad de su verbo encendido y brillante, y luego fue llevado en andas por sus compañeros por las calles de la docta ciudad, que lo celebraba, en aquella sociedad orgánica, como un nuevo logro común. O evocando la huída en canoa de la furia de los Payaguás, que los querían ultimar con sus azagayas y macanas, momento en que los agresores fueron interceptados providencialmente por una barrera flotante de camalotes. Sobre el islote inesperado montaban guardia, preparados para caer sobre ellos, unos jaguares que les mostraban sus dientes y garras, poniéndolos en fuga, terrible susto que los preparó para su conversión.
La conversación del “Rincón” es bien diferente -por razones obvias y otras que no lo son- de las “Causeries du Lundi” –las conversas del lunes- de Sainte-Beuve, pobladas de coloridos e ingeniosos retratos de personajes y comentarios de autores de relevancia histórica y cultural, como las célebres Memorias de Louis de Rouvroy, Duque de Saint-Simon, que dejamos para otra ocasión.
Aquí se trata de conversaciones que, como una cabalgata o un viaje en canoa, dan expansión a las impresiones y la imaginación, sin ajustarse a un tema determinado y sin tener un objetivo prefijado para el discurso; y se dan preponderantemente en el espacio de la observación, de lo sensible, de ese arte que está en estado latente en cada alma, en cada hombre. Como la de esa dichosa criatura cuyo entendimiento alabó Nuestro Señor, por contraste con los huecos y pesados pseudo-sabios o pseudo-filósofos de aparato y banalidad, carentes de Sabiduría.
Nosotros también carecemos de ella pero -a diferencia de los pseudo-sabios- la deseamos y pedimos en la consagración a la Ssma. Virgen de acuerdo a la fórmula de San Luis María Grignion de Montfort. Y, dice el Libro de la Sabiduría, por él citado,“aquel que vela desde la mañana para poseerla no tendrá que penar, pues la encontrará sentada a su puerta” (Sab., VI, 15, ap. L’amour de la Sagesse éternelle). Entonces, decimos: ¡Oh Sede de la Sabiduría! ,¡oh Madre del Buen Consejo! -que celebramos el 26 de abril, dos días antes que San Luis María-, ¡acude en nuestro auxilio!
Y hablando de canoas y de selvas rastrilladas por los misioneros, ¿qué les sugiere esta escena? Vale la pena detenerse un rato ante ella y dejar que aflore nuestro sentido de lo maravilloso, como enseñaba el gran observador de ambientes e inspirador de los ejercicios de trascendencia, Plinio Corrêa de Oliveira…
Inmensidad, variedad de azules, espesura del bosque donde acechan los jaguares, bola incandescente del sol que nace majestuosamente refrescándose en el espejo inconmensurable de las aguas del Paraná. Reflejo imponderable y limitado de valores y absolutos que están en Dios en grado infinito y nos dan una idea de cómo es El (cfr. San Buenaventura).
No, no es el Taj ni un palacio veneciano. Es una basílica construída por iniciativa de un Santo, Don Orione. Ha resurgido en el rocío de la noche, como la “cathédrale engloutie” (catedral sumergida) de los marineros bretones, recocijándose con el canto de los pájaros y el tañido de sus campanas, pues encierra un grande e inmaculado tesoro de la Fe y tradición católica argentina.
Santa Ana de los Guácaras, fundada por misioneros de la Seráfica Orden de San Francisco. Los peregrinos van animosos, en larga caminata, con los pueblos hermanos de San Cosme y Paso de la Patria, llevando, en un pintoresco carrito, una Imagen de la Virgen de Itatí para honrar la Patrona de Corrientes en su 115ª peregrinación y ceremonias del 23 de este mes.
En el interior de la Basílica, los fieles son acogidos por las llagas de Cristo crucificado y las lágrimas de la Madre Dolorosa, de heroísmo y fortaleza insondables, de pie junto a su Hijo.
La Virgen de Itatí, Señora, Medianera, bendiciendo al pueblo e intercediendo por él desde su camarín.
Atravesando ríos, esteros y campos vienen a honrar a su Patrona los gallardos jinetes gauchos, que defendieron con su sangre la patria, la tierra de los padres.
No le temen a las crecidas del río pues montan mitológicos corceles anfibios.
La Fe y la tradición forman un vínculo sagrado e indisoluble entre las generaciones. Padres e hijos, abuelos y nietos, cabalgan unidos, con atuendos y estilos ancestrales. No hay “conflicto generacional”, artificialmente fomentado por la moda revolucionaria neopagana.
En medio de orquídeas y flores de la selva correntina, la Flor de las Vírgenes, la Reina de todo lo Creado.
Indeciblemente maternal y serena, con su mirada puesta en los altos misterios de la Ssma. Trinidad, de la que es Templo, al mismo tiempo penetrando con sus gracias el alma de sus devotos…
La Virgen bendice a su paso las calles de Itatí, fundada por el gran misionero Fray Luis de Bolaños (s. XVII), con sus edificios calmos, antiguos y venerables, mudo freno al desenfreno y el “éxtasis” extenuante de la velocidad.
Su reino es completo: continental, insular y fluvial: pues es, verdaderamente, la Reina de la Civilización en la Cuenca del Plata.
Rodeada por los Cazadores Correntinos, su guardia de corps, dispuestos en todo momento a dar batalla y sacrificarse por Ella.
Que la Virgen nos ayude a seguir evocando la Argentina, la América, marianas, es decir, auténticas.
¡Hasta el próximo “Rincón”…, apreciado amigo!
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Agradecemos las fotografías de Carlos F. Ortiz, Ezequiel Mesquita, Historias latinoamericanas, Comarcas, Radio 2 y otros generosos devotos de la Virgen.
Entre otros sitios que relatan la historia de Nuestra Señora de Itatí ver:
http://www.agenciaelvigia.com.ar/fiesta_de_la_virgen_de_itati.htm