“¡Santiago! grito de guerra de España

15/08/2020

Plinio Corrêa de Oliveira

“¡Santiago!”: grito de guerra de España

“Santo del Día” [1], 25 de julio de 1967 [2]

Santiago “Matamoros” – Catedral de Santiago

Hoy, 25 de julio es la fiesta del Apóstol Santiago el Mayor. Hermano de San Juan Evangelista, fue el primero en recibir la corona del martirio. Patrono de España, su nombre sirvió como un grito de guerra en la lucha contra los musulmanes. Tengo algunas líneas que me trajeron y me piden un comentario:

“Desde Jerusalén, Santiago siguió hasta Sicilia y España, deteniéndose en Cádiz. No siendo bien recibido, fue milagrosamente salvado por un ángel de ser asesinado. Dejó en España siete discípulos. Posteriormente regresó a Zaragoza, donde hubo gran número de conversiones. Sin embargo, los peligros eran muchos. Lanzaban víboras contra él, que él las tomaba tranquilamente entre las manos.

“En Granada, con todos los discípulos y neófitos, fue detenido. Santiago rogó la ayuda de la Virgen María, que vivía entonces en Jerusalén. Por medio de los ángeles fue salvado, y la Virgen le mandó ir a predicar a Galicia. Más tarde, Santiago corrió gran peligro por la persecución contra los fieles de Zaragoza. Una noche, el apóstol rezaba con algunos discípulos junto a los muros de la ciudad, y pedía luces para saber si debía quedarse o huir de la región. Pensaba en la Virgen María y le pedía que le rogase a su Divino Hijo, que nada le podía negar. De repente se vio descender un brillo celestial sobre el apóstol, los ángeles aparecieron entonando un canto armonioso mientras llevaban una columna de luz cuya base le señalaba al apóstol un lugar en particular. La columna era alta y delgada y terminaba en un lirio abierto que lanzaba lenguas de fuego en varias direcciones. Una de ellas fue a Compostela.

“En el resplandor del lirio vio a María Santísima, de una blancura como nieve y transparencia, de hermosura y delicadeza mayor que la seda. Estaba de pie, de la misma manera en que solía rezar. Sus manos juntas y un gran velo en su cabeza, que le caía hasta los pies… Posaba sus pies en la flor, que brillaba con sus cinco rayos de luz. Santiago recibió el aviso interiormente de que debía levantar una iglesia, y que la intercesión de María debía crecer y expandirse como una raíz. La Virgen le dijo que una vez que concluyese la Iglesia, volviese a Jerusalén.

“Más tarde, terminada la obra, el apóstol delegó su tarea a doce discípulos que había instruido y partió. Y visitó a la Santa Virgen en Éfeso. María le predijo su muerte cercana, consolándolo y confortándolo mucho. Después, Santiago, se despidió de María y de San Juan y siguió su camino a Jerusalén. Ahí fue arrestado y llevado al Monte Calvario. En el camino continuaba predicando, convirtiendo y curando a muchos. Decapitado, algún tiempo después su cuerpo fue llevado a España. La visión de Santiago dio origen a la devoción a Nuestra Señora del Pilar”.

Martirio de Santiago – Zurbarán – 1639

No hay duda de que lo que este relato encierra, como elementos de belleza y edificación, es muy grande, y por lo tanto no permite un comentario completo. Una nota interesante es ver, en la vida de los apóstoles, de los santos y en la vida de Nuestro Señor, como hay una hora señalada por Dios para todo. Hacen todo tipo de cosas para matar a los apóstoles, para herirlos, y no consiguen absolutamente nada, por disposición de Dios.

Pero luego llega el momento en que Dios tiene la intención de que él muera. Entonces, nada lo salva. Se le advierte que va a morir, y de hecho es martirizado, y su vida es ofrecida en holocausto. Así como Nuestro Señor, que corrió muchos riesgos de vida antes de ser preso, atravesando indemne lugares llenos de enemigos, sin atreverse ellos a hacer algo contra Él.

Sin embargo, cuando llegó el momento de que lo mataran, de acuerdo con los designios de la Providencia, Él mismo se entregó. Y entonces todos los milagros ocurridos [antes] para salvar su vida, ya no sucedían. Su hora había llegado.

Aquí, pasa lo mismo con Santiago, pasó por todo tipo de riesgos y ocurrían milagros para salvarle la vida. Le tiraban serpientes y él las tomaba con las manos; intentaron matarlo de muchas maneras y todas resultaban inútiles. Sin embargo, llegó el momento en que recibió de la Virgen un aviso de que iba a morir. Nuestra Señora lo consoló, lo consoló…, y él murió. Quiere decir, fue el designio de la Providencia que se cumplió.

Es bello que consideremos esta magnífica aparición [de Nuestra Señora] a Santiago en España: ese símbolo de una columna que tiene un lirio en la parte superior, y ese lirio lanzando llamas de fuego… Un lirio echando llamas de fuego, parece una contradicción en sí. El lirio es níveo, el lirio es delicado, el lirio parece ser tan fácilmente quemado por el sol. Sin embargo, cómo nos gusta imaginar un lirio que conserva toda su frescura, que conserva toda su blancura y, al mismo tiempo, emite una llama que no quema, sino que ilumina todo.

Aparición de la Virgen del Pilar a Santiago Apóstol

Fachada de la Iglesia de Santiago – Sevilla – Leyenda bajo el retablo: “Madre mía del Pilar, antes morir que pecar”

Antonio Kiernam Flores – Fábrica: Cerámica Santa Ana – Sevilla, década de 1940

¡Qué hermoso cuadro sería si un pintor -simplemente- pudiese responder a esta pregunta: – ¿Qué color debería tener esta llama para ser tan bella, a partir de la idea de que salió de un lirio? – ¿Cómo debería ser esa llama? Qué obra maestra de imaginación, de sentido cromático, del sentido de las formas, comporta un cuadro de esta naturaleza. Aquí se ve cuánta belleza hay en esta revelación. Este lirio está en la parte superior de una columna. Y esta columna es una columna esbelta. Uno ve en la columna otro símbolo, y el símbolo es un orden de cosas coronado por el lirio; un soporte, un sustento, que tiene como base, o mejor, como parte más resistente, un lirio.

Es la idea de la Cristiandad, de la España católica que va a nacer, y es rematada por el lirio lleno de amor de Dios, que era la Virgen. Porque, claro, este lirio que vierte llamas es el Corazón “lirial”, Corazón virginal de Nuestra Señora, lanzando llamas en abundancia. Estas llamas incendiaron todo el cielo y llegaron hasta Compostela, donde precisamente [está instalado] el culto a Santiago, donde se encuentra su cuerpo y donde se hicieron numerosas peregrinaciones durante la Edad Media.

Tenemos entonces a Santiago como el gran santo que ejercía un enorme atractivo en la Edad Media. Tenemos también a “Santiago!” como grito de guerra de España y de la Reconquista, que avanza sobre los mahometanos al grito de “Santiago!”, “Santiago!”, y que, con eso, obtiene la victoria.

Santiago “Matamoros” – Pazo de Raxoi, sede del ayuntamiento de Santiago de Compostela y de la presidencia de la Junta de Galicia.

Se puede imaginar la belleza que esto representa y cómo glorifica a ese Apóstol. No se conoce, para un alma combativa, nada más hermoso que imaginar esto: que cuando ella muere, cuando ya no cuenta en el número de los vivos, su memoria permanecerá. Y su memoria permanecerá, no como un signo de reconciliación [*], sino como un grito de guerra. Y que los valientes, arriesgando su vida y arriesgando todo por la causa católica, tendrán su nombre en sus labios, como un símbolo de lucha, como un símbolo de batalla y como un símbolo de victoria. Y el último nombre que muchos de ellos pronunciarán, llenos de entusiasmo, antes de presentarse en la gloria de Dios y para la sonrisa de María, será el nombre de “Santiago”. ¿Puede darse una cosa más hermosa? ¿Hay mayor gloria, para un nombre que servir como grito de guerra de los cruzados de la Reconquista? ¡Imposible!

He ahí la gloria de un hombre, y la gloria del nombre de un hombre. ¿Qué es el nombre? La Iglesia celebra el Santo Nombre de Jesús y el Santo Nombre de María. Son fiestas especiales de la Iglesia. Así se entiende cómo la gloria del nombre puede ser la gloria del hombre, y cómo no puede haber nada más hermoso que ese Apóstol, de cuyo apostolado nació la nación militantemente católica por excelencia, el brazo de la Cristiandad, que es España; la nación ardiente de celo [que] nació de ese lirio lleno de fuego; el nombre del apóstol de la nación ígnea (**) es un grito de guerra en la lucha por la Reconquista. No sé de nada mejor!

Glorifiquemos a la Virgen por la gloria que dio a Su grande servidor, el apóstol Santiago.

A D V E R T E N C I A
“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.
Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.

[1] Los “Santos del Día” eran unas reuniones breves en las que el Prof. Plinio ofrecía una reflexión o comentario relacionado con el santo o fiesta religiosa que se celebraba aquel día.

[2] Tomado de conferencia del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira a socios y cooperadores de la TFP el 25 de julio de 1967. Sin revisión del autor. Traducción, resumen y adaptación por “Asociación Civil Fátima La Gran Esperanza”.

[*] Es evidente que el Prof. Plinio se refiere al mal uso del término “reconciliación” que se produce hoy día, sobre todo en su aspecto irenista. Para una mejor comprensión de este tema sugerimos la lectura de su libro “Transbordo ideológico inadvertido y Dialogo”.

N.d.l.R.: asimismo, el viejo Simeón, en la fiesta de la Purificación de la Virgen, o Nuestra Señora de la Candelaria, dice: he aquí que Este será puesto como signo al que contradecirán

[**] N.d.l.R.: ¡Qué expresión magistral, “la nación ígnea”!

 

 

 

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