Nobleza y élites: Cap. II – La Nobleza italiana en el Pontificado de Pío XII – Alcance universal de las Alocuciones – Visión de Conjunto (8)

05/11/2014

Continuamos brindando a nuestros lectores una visión de conjunto, necesariamente resumida y limitada, de esta obra esencial para entender la misión de las élites auténticas en la crisis contemporánea, recomendando vivamente la lectura del original, que se encuentra a disposición de quien desee adquirirla ( ver “TOME CONTACTO CON NOSOTROS”). Asimismo podrán consultar a partir de esta edición de nuestro boletín el original  completo entrando al sitio Plinio Corrêa de Oliveira. Agradecemos a los directores del sitio tan importante posibilidad:

http://www.pliniocorreadeoliveira.info/LN_Espanha/Volume%20I/LN_ES_Cap_00_0_Indice.htm


Nota: Los subtítulos numerados y en negrita pertenecen al original, como también los textos destacados en negrita no cursiva; los destaques en letra cursiva y negrita, salvo aclaración en contrario, pertenecen a nuestra Redacción.

♦ Situación de la Nobleza italiana en el Pontificado de Pío XII –
♦ El alcance universal de las Alocuciones al Patriciado y a la Nobleza romana

LN_ES_Cap_I_02_TrombettieriLos “trombettieri” de la Guardia Noble Pontificia, con las famosas trompetas de plata, que anunciaban la IIegada del Sumo Pontífice.

1. ¿Por qué tratar especialmente de la Nobleza italiana?

En 1947 la Constitución de la Italia republicana abolió los Títulos nobiliarios [1], asestando el último golpe a la situación jurídica de una clase milenaria, hoy en plena existencia, creándose un complejo problema social.
Prince_Mario_del_Drago“De 1485 hasta hoy, la denominación del Cuerpo que tuve la honra de mandar cambió muchas veces conforme las exigencias del momento y las costumbres de la época: Guardia de los Caballeros, Caballeros de la Guardia de Nuestro Señor, Caballeros de la Fe, ‘Lance Spezzate’, Guardia Noble del Cuerpo de Su Santidad, Guardia de Honra de Su Santidad. Aquella que nunca cambió fue la ininterrumpida tradición de fidelidad al Papa, que en el trascurso de los siglos quedo consagrada con la sangre y con la prisión.”
(Palabras pronunciadas por el Comandante de la Guardia Noble, Príncipe Don Mario del Drago — foto, arriba— en el acto de entrega del Estandarte del Cuerpo al Secretario de Estado del Vaticano, el 14 de noviembre de 1970).

LN_ES_Cap_II_01_Guardia_NobleLa Guardia Noble Pontificia constituía un cuerpo de élite compuesto exclusivamente por miembros del Patriciado y de la Nobleza, destinado al servicio personal del Papa y al decoro de su Principado temporal. En la foto, un destacamento de guardias nobles.

La composición de la Nobleza italiana es acentuadamente heterogénea. Antes del movimiento de unificación política (s. XIX), los títulos de Nobleza eran concedidos por los soberanos de las distintas partes del territorio: Emperadores del Sacro Imperio, Reyes de España, de las Dos Sicilias, Grandes Duques de Toscana, Duques de Parma, y otros, Patriciados (de Florencia, Génova y Venecia), y principalmente —lo que más nos interesa para el presente estudio—los Papas. Estos últimos, soberanos de un Estado relativamente extenso, continuaron concediendo Títulos nobiliarios hasta después de la extinción de facto de su soberanía temporal en los Estados Pontificios.
Cuando, en 1870, se consumó la unificación de Italia con la invasión de Roma, la Casa de Saboya intentó amalgamar esas noblezas en un solo todo. Política y jurídicamente, el intento fracasó. Muchas familias nobles se mantuvieron fieles a las dinastías depuestas, y una considerable parte de la aristocracia romana continuó figurando en las solemnidades del Vaticano, se negó a reconocer la anexión de Roma, rechazó cualquier aproximación al Quirinal, y cerró sus salones en señal de protesta. A esta Nobleza así enlutada se le dio el nombre de Nobleza Negra.
No obstante, esa amalgama se dio, mediante matrimonios, relaciones sociales, etc., haciendo que la aristocracia italiana constituya en nuestros días bajo muchos puntos de vista un solo todo.
El Tratado de Letrán de 1929, aseguraba a la Nobleza romana una situación especial, pues reconocía al Papa el derecho a continuar otorgando Títulos nobiliarios [2]. Ninguna mención a este asunto se encuentra en el concordato de 1985 entre la Santa Sede y la República Italiana.

                                                          * * *

Patriciat_et_noblesse_romaines_recus_par_le_PapeEl Patriciado y la Nobleza de Roma siendo recibidos en audiencia por el Sumo Pontífice.

La situación de la Nobleza italiana —y europea en general—presenta aspectos complejos.
En la Edad Media, constituía una clase social con funciones específicas, a las cuales estaban vinculados determinados honores, así como las correspondientes obligaciones.
En el transcurso de la Edad Moderna, esta situación fue perdiendo consistencia, y ya antes de la Revolución de 1789, la distinción entre Nobleza y plebe era considerablemente menos notable.
A lo largo de las revoluciones igualitarias del siglo XIX, la situación de la Nobleza sufrió sucesivas mutilaciones: en la Monarquía italiana de finales de la II Guerra su poder político sobrevivía en estado de prestigiosa tradición, vista con respeto y afecto. Contra este residuo, la Carta Magna republicana intentó descargar el último golpe. [3]
Mientras se desarrollaba la curva descendente del poder político de la aristocracia, su situación social y económica seguía más lentamente el mismo rumbo. Por sus propiedades agrícolas y urbanas, castillos, palacios, tesoros artísticos, el realce social de sus nombres y de sus Títulos, el irreprochable valor moral y cultural de su ambiente tradicional doméstico, sus maneras, su estilo de vida, la Nobleza aún se encontraba a inicios de siglo en la cumbre de la organización social.
Las crisis derivadas de la primera guerra modificaron este cuadro, privando de sus medios de vida a parte de las familias nobles y obligando a muchos de sus miembros a asegurar su subsistencia ejerciendo profesiones en desacuerdo con su psicología, hábitos y prestigio social.
La sociedad contemporánea, cada vez más modelada por las finanzas y la técnica, creaba nuevas situaciones y nuevos centros de influencia social, habitualmente ajenos a los cuadros de la aristocracia. Todo un nuevo orden de cosas nacía junto al antiguo, e iba disminuyendo la importancia social de la Nobleza.
En detrimento de esta clase se sumaba un elemento ideológico de considerable importancia: la adoración del progreso técnico [4] y de la igualdad pregonada por la Revolución de 1789 tendían a crear un clima de odio, prevención, difamación y sarcasmo contra la Nobleza fundada en la tradición y transmitida del modo que la demagogia igualitaria más odia: por la sangre y por la cuna.

Guarda_Nobre_Vaticano_1946                        Guardia Noble en el Vaticano – alrededor de 1946
La II Guerra Mundial acarreó a muchas familias nobles más amplias quiebras económicas, que acentuaron la gravedad de los múltiples problemas con que la aristocracia se enfrentaba. Estaba así definida la crisis aguda de una gran clase social. Fue ante este cuadro que Pío XII trató de la situación contemporánea de la Nobleza italiana en sus alocuciones, con evidente aplicabilidad para toda la Nobleza europea.
2. Pío XII y la Nobleza romana
Esta situación era conocida por Pío XII en todos sus pormenores. Pertenecía, en efecto, a una familia noble, cuya esfera de relaciones se situaba naturalmente en esa clase. Un destacado miembro de su familia fue agraciado en 1929 con el Título de marqués, y los sobrinos del Papa […] recibieron del Rey de Italia Víctor Manuel III el Título hereditario de príncipes. [5]
“Había en aquel Papa algo imponderable que hacía pensar en Nobleza: su alto y esbelto porte, su modo de andar, sus gestos (…). Aquel Pontífice tan amigo de los pequeños y de los pobres, era al mismo tiempo muy romano, y tenía la atención, la consideración y el afecto vueltos también hacia la Nobleza romana”.
“En el Patriciado y en la Nobleza romana Nos siempre vemos y amamos a un grupo de hijos e hijas que se ufanan de su tradicional vínculo de fidelidad con la Iglesia y el Romano Pontífice, cuyo amor hacia el Vicario de Cristo brota de la profunda raíz de la Fe, sin disminuir ni por el transcurso de los años, ni por las variadas vicisitudes de los tiempos y de los hombres.
En medio de vosotros Nos sentimos más romanos por el modo de vivir, por el aire que hemos respirado y respiramos, por el mismo cielo, por el mismo sol, por las mismas orillas del Tíber sobre las que se meció Nuestra cuna, por aquel suelo sagrado hasta en lo más recóndito de sus entrañas, desde el cual Roma comunica a todos sus hijos los auspicios de una eternidad que se eleva hasta el Cielo.” [6]
3. Alcance universal de las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a la Nobleza romana
Puede parecer a primera vista que las Alocuciones al Patriciado y a la Nobleza romana interesan únicamente a Italia. Sin embargo, la crisis que afectaba a la Nobleza italiana se dio, mutatis mutandis, en todos los países que tuvieron un pasado monárquico y aristocrático, como se da también en aquellos que viven actualmente bajo un régimen monárquico.
Más aún: incluso en los Estados con pasado no monárquico, se constituyeron por el propio orden natural de las cosas aristocracias de hecho, si no de derecho. [7]. También en esos países la oleada de igualitarismo demagógico nacido de la Revolución de 1789 y llevado a su apogeo por el comunismo ha creado en ciertos ambientes una atmósfera de irritación e incomprensión en relación a las élites tradicionales.
“Las alocuciones del Santo Padre Pío XII tienen, por lo tanto, un interés universal, aumentado por el hecho de que, al analizar la situación tal y como se presenta en Italia, el Papa se eleva a altas consideraciones de orden doctrinal y, por tanto, de alcance perenne y universal”.
“Por ejemplo, en la alocución del 26 de diciembre de 1941, dirigida a la Guardia Noble Pontificia, se encuentra este párrafo, en el que Pío XII —a partir de consideraciones sobre la Nobleza— se eleva a las más altas reflexiones filosóficas y religiosas:
“Sí. La Fe ennoblece aún más vuestras filas, porque toda nobleza viene de Dios, Ente nobilísimo y fuente de toda perfección. Todo en El es nobleza del ser. Cuando Moisés, enviado a libertar al pueblo de Israel del yugo del Faraón, preguntó a Dios sobre el monte Horeb cuál era Su nombre para manifestarlo al pueblo, el Señor le dijo: ‘Yo soy el que soy: Ego Sum qui sum. He aquí lo que dirás a los hijos de Israel: El que es, Qui est, me ha enviado a vosotros’ (Ex. III, 14).
“¿Qué es, entonces, la nobleza? ‘La nobleza de toda y cualquier cosa —enseña el Angélico Doctor Santo Tomás— es proporcionada a su ser. En efecto, el hombre no recibiría de su sabiduría ninguna nobleza, si por medio de ésta no fuera sabio, y lo mismo ocurre con las demás cosas [o seres]. Por tanto, el modo por el cual una cosa es noble corresponde al modo por el cual posee el ser; porque se dice que una cosa es más o menos noble en la medida que su ser es caracterizado por un grado especial de mayor o menor nobleza… Ahora bien, Dios, que es su propio Ser, posee el ser en toda su plenitud; por lo tanto no puede carecer de ninguna nobleza que compete a cualquier otro ser’ (Contra Gentiles, L. I, c. 28).
“También de Dios recibís vuestro ser; Él os ha hecho y no vosotros mismos. ‘Ipse fecit nos et non ipsi nos’ (SI. XCIX, 3). Os ha dado nobleza de sangre, nobleza de valor, nobleza de virtud, nobleza de Fe y Gracia cristiana. La nobleza de sangre la ponéis al servicio de la Iglesia y en la guardia del sucesor de Pedro; nobleza de las felices obras de vuestros mayores que os ennoblecen a vosotros mismos, si tenéis el cuidado de agregarles día a día la nobleza de la virtud (…). La nobleza unida con la virtud reluce tan digna de alabanza que la luz de la virtud eclipsa con frecuencia el de la nobleza. Y en los fastos y en las desventuras de las grandes familias resta a veces como sola y única nobleza la cualidad de la virtud, como no dudó en afirmarlo aun el pagano Juvenal (Satyr. VIII, 19-20):
“Aunque las viejas figuras de cera adornen por todos lados los palacios de las grandes familias, la virtud es su única y exclusiva nobleza.” [8]

ºººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººº
NOTAS (síntesis de su contenido)
[1] Este capítulo, que se refiere especialmente a la Nobleza italiana, resulta necesario para comprender el conjunto de las alocuciones de Pío XII aquí comentadas. Sin embargo, como se ha señalado anteriormente y más adelante se volverá a afirmar (cfr. Capítulo I,2; Capítulo II, 3), presentan un interés general para las aristocracias y élites análogas de todos los países.
[…].
[2] El Tratado de 11 de febrero de 1929 establecía:
“Art. 42. — Italia admitirá el reconocimiento, mediante Decreto Real, de los Títulos nobiliarios concedidos por los Sumos Pontífices aun después de 1870, y de los que sean concedidos en el futuro. Se establecerán los casos en los cuales dicho reconocimiento no estará sujeto en Italia al pago de tasas” (Racolta di Concordati su Materie Ecclesiastiche tra la Santa Sede e la Autorità Civili, Tipografia Poliglotta Vaticana, 1954 vol. II p 102).
[…] Desde el punto de vista legal, han continuado (…) existiendo una al lado de la otra —y ya en paz— dos noblezas: la italiana y la romana.
[3] Nota sobre la situación de la Nobleza en las sucesivas Constituciones de la Italia unificada, tanto de la monárquica como de la republicana […]
[4] A algunos lectores a quienes tal vez esta afirmación les parezca exagerada, les será útil conocer lo que afirma Pío XII sobre ello en su Radiomensaje de Navidad de 1953 (cfr. Capítulo V, 3, c).
[5] Cfr. Libro d’Oro della Nobiltà Italiana, Collegio Araldico, Roma, 10ª ed., 1986-1989, vol. XX.
[6] PNR 1941, p. 363.
[7] Cfr. Capítulo V, 1; PNR 1947, PP. 370-371.
[8] Discorsi e Radiomessaggi, vol. III, pp. 337-338.

Share
Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments

Previous post:

Next post: