Nuestra propia historia está llena de personajes “washingtonianos”, surgidos del sacrificio, muchas veces en tiempos de crisis
William Henry Harrison, legislador de Wyoming
A escala nacional podemos distinguir a esos famosos estadistas, generales, soldados, personajes religiosos, figuras del arte, profesores, empresarios y tantos otros que personificaron y destilaron aquellas admiradas y viriles virtudes y edificaron nuestra gran nación. Podemos también señalar a figuras locales tales como grandes líderes de ciudad, hombres de campo, comerciantes, jefes de fuerzas de seguridad y otros que prestaron el gran servicio de dedicarse a la función pública, tratando a sus empleados como de su familia, o cargando con problemas de otros.
El Gobernador Leverett Saltonstall, con su mujer y su hija tomando el avión en el aeropuerto de East Boston (Foto Biblioteca Pública de Boston)
¿Y por qué no decirlo? Vemos no sólo individuos sino también familias que, a lo largo de las generaciones, han contribuido mucho a la gloria de nuestra nación y sus comunidades, formando lo que nadie se anima a llamarlo un marco de élites tradicionales casi feudal (*). Aún hoy algunos de sus apellidos suenan en posiciones de liderazgo y de confianza.
(*) Es lo que ha sido considerado la paradoja norteamericana de una nación aristocrática dentro de un Estado democrático. Ver Plinio Corrêa de Oliveira, Nobleza y Elites tradicionales análogas en las alocuciones de Pío XII: un tema que esclarece la Historia Social norteamericana (Y ork, Penn.: Sociedad Norteamericana de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad, 1993).
John Horvat (h), Regreso al Orden: de una economía frenética a una sociedad orgánica cristiana – Donde hemos estado, cómo hemos llegado a este punto y hacia donde tenemos que ir (Y ork,Penn., Y ork Press, 2013), 200-1