Gérmenes de decadencia revolucionaria – El talón de Aquiles de la aristocracia hispanoamericana – (17ª nota) –
05/12/2014
C – Gérmenes de decadencia revolucionaria – El talón de Aquiles de la aristocracia hispanoamericana
Sobre importantes sectores de esa élite tan poderosa, una y variada comenzaron a actuar nuevas influencias revolucionarias susceptibles de apartarla de su misión esencial, la consagración al bien público.
8. La élite inducida a abdicar de sus deberes, en dos etapas
El principal germen de decadencia se debió a la contaminación del espíritu de la Revolución anticristiana, en su versión hollywoodiana.
Luego del derrocamiento de las monarquías europeas, se presentó como modelo al mundo occidental la democracia igualitaria norteamericana con su estilo de vida, el American way of life, o mejor, la caricatura cinematográfica de éste, pues el espíritu tradicional sobrevive en los Estados Unidos con vitalidad.
Las élites hispanoamericanas estuvieron sujetas a la influencia deletérea de la revolución cultural hollywoodiana fundamentalmente antiaristocrática y en el fondo proletarizante, cuya extravagancia y vulgaridad
avasalladoras pusieron en entredicho todos los cánones tradicionales de modos de ser, de sentir y de vivir.
El nexo se extendió al campo sociopolítico.
Pues las reformas agrarias, que implicaban la liquidación de la élite rural, fueron impulsadas por instigación de gobiernos norteamericanos.
Viejos padrones de seriedad de pensamiento esencialmente virtuosos, como el sentido del bien y del mal o el hábito de prever las consecuencias de los
hechos, la distinción, el espíritu de jerarquía y el sentido de las conveniencias fueron substituidos por la irreflexión y superficialidad de espíritu de un inmediatismo imprevisor.
El plato de lentejas ofrecido a cambio fueron las nuevas formas de placer: la sensación, el aturdimiento, el goce frenético –como el de la velocidad-, relax paroxísticos de completa inercia física y mental. La idolatría del week end, que ofrecía ambos extremos opuestos de placer desconectado de cualquier preocupación seria.
La influencia de estos nuevos modos de ser determinó una desviación, nacida del deseo de evitar el esfuerzo y la lucha, sintomática de su decadencia, que siguió dos etapas:
a) un progresivo desinterés por el bien común, volcándose hacia el bien particular, perseguido de forma cada vez más inmediatista
b) una abdicación de legítimos e inalienables derechos so pretexto de “evitar males mayores” (convulsiones, revoluciones, eterno espantajo del chantajismo izquierdista).
Se infundió en las categorías superiores de la sociedad un comodismo que las hiciese dar la espalda a los deberes de su condición.
9. Radiografía de una inexorable decadencia
En su conjunto, las clases tradicionales adoptaron una actitud de omisión frente a procesos desestabilizadores que afectaban a fondo, como la
industrialización desenfrenada e inorgánica, el crecimiento descontrolado de las grandes ciudades, la consecuente masificación de la sociedad, el avance del igualitarismo y de la vulgaridad e inmoralidad propagadas por la cultura hollywoodiana, etc.
Aspectos de ese deterioro variaron de nación en nación.
En Chile y Perú se introdujo la Reforma Agraria cuyo verdadero propósito era la “pronta extinción del latifundio”, que acarrearía la quiebra de “un grupo social completo” y la desaparición de “una cierta manera de ser caballero y de vivir en la ciudad” que la élite había cultivado y que constituía una barrera a la proletarización revolucionaria (Brunner y G. Catalán, p. 137, n.1).
Salvo excepciones, los propietarios se dejan expoliar de sus patrimonios familiares, a veces centenarios, con espantosa facilidad. Gran número de ellos
emigran; entre tanto, sus naciones entran en colapso, lo que recuerda la actitud de los nobles emigrados de la Revolución Francesa.
En Argentina, la élite tradicional fue extrañamente inducida a desinteresarse del acontecer político y a volcarse a la exclusiva fruición de la vida privada y social. Dejó el campo libre al demagogo Perón (1945-55), quien no tardó en insuflar el odio de clases contra la aristocracia rural, mientras se aplicaba a cercenar derechos y degradar el tono general de la vida.
En Colombia, sectores de la élite rural se muestran sorprendentemente insensibles a los principios y a sus propios intereses. Actitud condensada en la consigna capitulacionista ceder para no perder, enarbolada por el presidente de la Sociedad de Agricultores, que proponía “mirar la reforma agraria como medio de quitarle todo valor a la propaganda comunista”.
Análogos fenómenos ocurrieron en Centroamérica, mostrando la universalidad del proceso revolucionario.
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