El deber de elevar en sus hijos el decoro y consideración social de la familia (Aristocracia, 2ª nota)

04/05/2018

  1. El derecho público cristiano

 “Aristocracia y propiedad. No se repara lo bastante en el hecho de que uno de los

fundamentos de la propiedad privada consiste en el deber de perfeccionarse.”

♦Ilustraciones: ⇒Un saludo cortés, por Otto Eerelmann; En el Bosque de Hay, por Hardy.

León XIII enseña en la Rerum Novarum que “los bienes se poseen como propios y se administran como si fueran comunes. Es decir, que, ‘satisfecha la necesidad, el decoro y la perfección’, lo que resta hay que darlo en limosna. Se habla muchas veces de la necesidad y del decoro y se olvida la perfección, que es un deber.”

Casamiento del Beato Archiduque Carlos de Habsburgo-Lorena con la Princesa Zita de Borbón-Parma (futuros emperadores del Imperio Austro-húngaro), junto al Emperador Francisco José de Austria-Hungría

De ahí el esquema pasa a hacer algunas reflexiones que, lamentablemente, el ambiente igualitario de nuestros días va sepultando en un completo olvido.

“A los que viven en el mundo y tienen familia cumple el deber de perfeccionarla y de elevar en sus hijos el decoro y consideración social de la familia, cristianamente entendido

“Con tal que se viva bajo el influjo de la caridad cristiana, los padres deben procurar, en lo posible, que en ciencia, en arte, en técnica, en cultura, en todo, sus hijos sean mejores que ellos. No, para educar vanidosos, sino para ofrecer a la sociedad, en beneficio del pueblo, generaciones más perfectas.

San Rafael Arnaiz, sobrino de los Duques de Maqueda, Grandes de España

“Los aristócratas deben, sobre todo, tener muy presentes, para importarlos y aplicarlos, todos los progresos técnicos, sociales, etc., que puedan satisfacer las necesidades de las clases más indigentes.”

Estas enseñanzas hacen patente que el empeño de las aristocracias en que haya a lo largo de sus sucesivas generaciones una continua mejora de viviendas, mobiliario, trajes, vehículos, así como de modales y porte personal, es un aspecto esencial de ese caminar hacia la perfección global para mayor gloria de Dios o para el bien común de la sociedad temporal.

Esta búsqueda de bien común no dispensa en absoluto al perfecto aristócrata católico de ser solícito en atender celosamente los derechos de las clases necesitadas. Los aristócratas que así sean, se convierten en “los mejores”, que han sido calificadas un poco antes como “elemento necesario en una sociedad bien constituida”. (Continúa en el próximo boletín)

 

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